Joan Guerrero, uno de los grandes fotógrafos sociales del país, ha fallecido a los 84 años. Su nombre siempre ha estado ligado a Santa Coloma de Gramenet, ciudad en la que se afincó a los veinte años. “Ya sólo sé hacer fotos en Santa Coloma, ahí veo que está todo”, confesó el pasado verano a La Contra de La Vanguardia.
Ahí llegó hace 60 años y ahí están sus padres y su hijo enterrados. Dejó atrás su Tarifa natal y se embarcó en una nueva aventura en Catalunya. Para poder pagarse el viaje, tuvo que vender su primera cámara, una Voigtländer, con la que empezó sus pinitos en la profesión, jugando a encuadrar a sus amigos con una caja de cerillas en la playa.
Guerrero fue fotoperiodista durante 50 años e hizo reportajes fotográficos en Ecuador, Nicaragua, el Salvador y Brasil, donde cooperó con el religioso Pere Casaldàliga.
A lo largo de su carrera trabajó con diversos medios de comunicación, como El Magazine de La Vanguardia, El Periódico, el Diari de Barcelona, El País o El Observador, aunque su primera colaboración fue en 1969 con la revista Grama. A partir de aquí, su carrera tomó un camino ascendente gracias al compromiso social que adquirieron sus fotografías.
Son muchos los reconocimientos recibidos a lo largo de su carrera, entre los que destacan la medalla de oro al mérito artístico del Ayuntamiento de Barcelona, en 2009, y el premio Singladura de Òmnium Cultural, en 2018.
El pasado verano, la Escola Industrial de Barcelona inauguró una exposición colectiva al aire organizada por la asociación Catalunya Mirades Solidàries (CMS) como homenaje a Guerrero.
Hasta siempre MAESTRO