Todo el mundo ha visto alguna vez una foto suya. Y seguro que con unas cuantas ha esbozado una sonrisa. Aunque posiblemente no es la descripción más canónica de Elliott Erwitt ni de su obra, sí condensa dos de los aspectos más representativos del trabajo realizado por este fotógrafo durante más de seis décadas de oficio.
«Elliott Erwitt cuyas fotos son famosas y normalmente divertidas muere a los 95 años», titula The New York Times para anunciar el fallecimiento del fotógrafo, descrito muchas veces como una de las últimas leyendas vivas de Magnum.
Nacido en París y de padres rusos, su nombre real era Elio Romano Ervitz. Emigró a Estados Unidos en 1939 y se mudó a Nueva York una década después, donde empezó a estudiar cine. Además de fotografiar sus calles cuando nadie llamaba a aquello street photoghraphy, en 1953 se unió a la agencia Magnum y trabajó para las principales cabeceras ilustradas del país durante las épocas doradas del periodismo gráfico.
Llego a ser durante tres años presidente de Magnum aunque en sus últimos años de carrera volvió al mundo del cine y se centró en el documental y las comedias durante los años 70 y 80.
«Soy un artesano. Soy un fotógrafo cuyo único hobby es la fotografía», decía el mismo, tal y como recoge el extenso e interesante perfil recién publicado por la revista Blind a partir de una interesante entrevista publicada por Le Monde en 2010.
Como él mismo contaba, aunque la mayoría de su trabajo era comercial también usaba la fotografía como una forma de coleccionar recuerdos y retratar sus aficiones. Su mirada curiosa, muchas veces irónica y repleta de humor eran uno de los sellos de la casa.
Es sencillamente imposible elegir una foto de su vasta colección. El beso en el retrovisor de un coche, el salto con un paraguas con la Torre Eiffel de fondo, sus divertidas series en las que los perros son protagonistas, los retratos de Keneddy, Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, o Dalí, Richard Nixon junto a Nikita Khrushchev…
Basta repasar la galería de fotografías en su web oficial para recordar y comprobar que conocemos más fotos de Erwitt de las que creíamos, que ya es decir.
Sin duda, hoy es un buen día para hacerlo.