Todas las entradas de: clandestino
Concurso Social 2019
Enhorabuena a todos los ganadores y a todos los participantes y a nuestro patrocinador principal NAMEN COLOR.
Serán avisados con el tiempo necesario para recoger sus vales para canjerar por material fotográfico. Un cordial saludo.
JUEVES FOTOGRÁFICO «STREET UP BY JOSEMA MONTES»
Una vez más orgullosos de presentar un nuevo JUEVES FOTOGRÁFICOS. En esta ocasión el AUDIOVISUAL «STREET UP ». Cuyo autor es Josema Montes.
Jueves 16 de ENERO a las 20:00 h
CENTRO CÍVICO JOSÉ LUIS MOSQUERA.
C/ PÍO DEL RÍO ORTEGA 13. VALLADOLID
Os esperamos…
Estos podrían ser los mejores vídeos timelapse y/o hyperlapse del 2019
Puestos a mirar atrás, para ver lo que ha ocurrido este pasado año, además de acordarnos de las cámaras que han protagonizado 2019 hemos pensado que puede ser un buen momento para ver cuáles han sido los mejores vídeos de tipo timelapse y/o hyperlapse que se han hecho este año.
Nuestros favoritos
Lo primero es nuestra selección realizada entre los timelapse que hemos ido publicando a lo largo del año. Entre todos ellos hemos elegido algunos de los que para nosotros más han destacado. Disfrutadlos:
‘Liberty – New York City Timelapse 4K’ de Michael Shainblum
‘Transient 2’ de Dustin Farrell
‘Nights in the Fjords of Northern Norway’ de Adrien Mauduit
‘Infrascapes’ de Christian Möhrle
‘Civilization – Cityscape Timelapse Hyperlapse 4K’ de Michael Shainblum
‘Hello Singapore’ de Tyler Fairbank
Timelapse con premio
Además, tampoco podían faltar los protagonizaron el Festival Internacional de Timelapse Molina de Aragón, el único festival de este tipo de España y un referente a nivel internacional. Sus premios fueron entregados hace ya unos meses, pero qué duda cabe que sus ganadores deben estar entre lo más granado del pasado año:
Primer premio: ‘Irati – The Magic Forest” de Iñaki Tejerina Guruziaga (Navarra)
Segundo premio: ‘EPOCH’ de Kevin McGloughlin (Irlanda)
Tercer premio: ‘Explore Poland – A Hyperlapse Journey’ de Tomasz Walczak (Polonia)
25 libros de fotografía para regalar y acertar (o pedir a los Reyes Magos y… esperar)
El año pasado por estas fechas publiqué el post 33 libros de fotografía para regalar (o autorregalarte) por menos de 50 euros. Fue una idea de última hora, surgida casi por casualidad, y que acabó siendo la entrada más leída y compartida del blog durante unas cuantas semanas. Pero lo mejor de todo fueron los comentarios y mensajes que recibí por parte de muchos seguidores contándome cuáles habían pedido, cuáles tenían, si les gustaban o no, y cuáles creían que se podían incluir también en esa lista. Gracias a vosotros descubrí libros (y algún que otro autor) de los que no aún había oído hablar, y ese fue uno de los mejores regalos de las pasadas Navidades.
Para este año he preparado una lista más corta, de 25 libros, entre los que hay algún clásico, libros de autor, de consulta, para niños e, incluso, alguno que os arrancará más de una carcajada. Los autores son algunos grandes nombres de la fotografía como Robert Frank (no, no he recomendado ‘Los Americanos’, eso ya lo hice el año pasado), Sergio Larraín, Alec Soth, Mary Ellen Mark o Vanessa Winship; y otros poco o nada conocidos (al menos para mí) como Sipke Visser, Colin Pantall o Fran Nieto, pero todos con obras sorprendentes y originales, y que, en algún caso, además de deleitarnos la vista, la mente y vestir nuestra librería, nos sacarán de más de un apuro. Ya veréis a qué me refiero.
Antes de que me lo preguntéis… No, no tengo todos los libros de la lista (pero sí casi todos). Los que me faltan han pasado por mis manos o tengo referencias directas que gente que ya los tiene y a quienes, cómo no, envidio por ello. Sus títulos, referencias y dónde comprarlos están ya en mi lista de peticiones para estas Navidades, así que, como digo en el título de este post, solo me queda esperar (y cruzar los dedos).
Yo, personalmente, tengo puestas todas mis esperanzas en Olentzero, que es a quien pido año tras año todos mis regalos. Este simpático (y comilón) carbonero vasco, de cara sucia y contorno más que generoso, baja del monte bien entrada la Nochebuena para dejar sus regalos en casa de quienes como yo, y seguro que también vosotros, hemos sido rematadamente buenos a lo largo del año. La leyenda dice, además, que hay quien ha visto a este señor con pipa y txapela cargando a duras penas con un saco lleno de fotolibros. ¿No sería estupendo que descargara algunos en nuestro salón?
Para facilitar la labor a los “regaladores”, he marcado los precios de los libros que están rebajados (son más de la mitad, y algunos de ellos con descuentos considerables, así que… ¡aprovechad mientras podáis!) y tenéis el enlace para comprarlos justo al final de cada pequeña presentación. Los precios son los que están vigentes en el momento de la publicación de este post, a día 11 de diciembre de 2019.
Vamos ya, sin más preámbulos, con la lista de este año:
Ayúdame a mirar,
de Tino Soriano
Algunos creen exagerado llamar ‘Biblia’ a este libro, pero lo cierto es que contiene muchas de las respuestas (todas es imposible) a las preguntas que nos hacemos habitualmente. Es un recorrido muy ameno por el pasado y el presente de la fotografía escrito en un estilo cercano y, sobre todo, cómplice, cosa se se agradece un montón (Tino Soriano acierta de lleno al optar por este estilo que además domina a la perfección). Por si fuera poco, incluye anexos con información práctica y ejemplos sobre cómo hacer un presupuesto o una lista de los abogados a los que podemos recurrir cuando tengamos algún tipo de problema con nuestras fotografías. ¿Os he dicho ya que es uno de los mejores libros para fotógrafos que he leído? Por ponerle una pequeña pega, tiene pocas fotos, pero es algo comprensible teniendo en cuenta lo caros que son los derechos de reproducción de muchos clásicos. Una maravilla que puede utilizarse como libro de consulta o leerse como una novela.
*REBAJADO de 22,50 a 21,37 euros
Descubre la fotografía,
de Amparo Muñoz Morella
Un libro perfecto si lo que quieres es compartir tu pasión por la fotografía con los más pequeños o hacer un poco tuya su incipiente afición. Sus autores, la psicóloga y fotógrafa Amparo Muñoz Morella y el fotógrafo y diseñador Javier Sancho Boils han diseñado un libro divertido y muy visual, con el que los niños aprenden jugando mientras resuelven pequeños retos. Mi sobrina aún no ha cumplido un año, pero el libro ya está en mi biblioteca y estoy deseando poder compartirlo con ella.
*REBAJADO de 16,90 a 16,05 euros
El arte del revelado,
de Fran Nieto
Aún no he conocido persona a la que este tipo de libros le den más pereza que a mí. Pero son necesarios y te sacan de más de un apuro (y, para que negarlo, te tranquiliza tenerlos a mano). Por eso es imprescindible que sean claros, comprensibles, didácticos y, sobre todo para perezosos y nada aficionados a la técnica como yo, amenos. Fran Nieto ha conseguido eso con un libro muy visual, bien organizado y, algo que agradezco infinitamente, con explicaciones “para tontos”. Ya me entendéis. Para que os hagáis a la idea, mantiene la estupenda línea de otras magnificas publicaciones de FotoRuta, como ‘Sin miedo al flash’ y ‘Sin miedo al retrato’, entre otras.
*REBAJADO de 34,90 a 33,15 euros
A thousand crossings,
de Sally Mann
‘Immediate Family‘ es sin duda el libro que a todos nos vienes a la cabeza cuando oímos el nombre de Sally Mann, pero el trabajo de la fotógrafa nacida en Virginia es mucho más rico y extenso que el famoso libro dedicado a su familia. ‘A Thousand Crossings’ es el estupendo volumen que recorre la carrera de Mann. Su tremenda sensibilidad hacia los paisajes, la experimentación con el autorretrato, la enfermedad de su marido, los trabajos anteriores a ‘Immediate Family’ e, incluso, una pequeña pincelada de sus fotografías en color. Un libro aderezado con textos (en inglés) escritos por la propia Mann y por expertos que dan algunas pistas para entender mejor su trabajo. Si queréis adentraros en el mundo de Sally Mann, este es vuestro libro.
*REBAJADO de 47 a 42 euros
Ser un ángel,
de Francesca Woodman
Que la obra de una fotógrafa que murió hace casi 30 años siga resultando moderna y sea copiada, referenciada y reverenciada por multitud de autores nos da una idea de la grandeza, originalidad y fuerza de la obra de Francesca Woodman. Sus fotos son imprescindibles para adentrarse en la autorreferencialidad fotográfica, la utilización del propio cuerpo como elemento expresivo y las atmófesras evocadoras. Y es que Francesca es mucho más que la fotógrafa que se suicidó a los 21 años. El libro incluye textos en español, uno de ellos escrito por George Woodman, padre de Francesca. Este es el catálogo que acompaña a la exposición que pudo verse recientemente en la Fundación Canal de Madrid.
*REBAJADO de 33 a 31,35 euros
La Briseña,
de Carlos Pérez Siquier
A mí este libro me enamoró nada más verlo, desde la misma portada. Una auténtica declaración de amor del autor hacia su finca, ‘La Briseña’, situada en Almería. Carlos Pérez Siquier es el gran pionero español del color, todo un referente al que reverencia el mismísimo Martin Parr. ‘La Briseña’ es un librito pequeño en tamaño, pero de enorme belleza. Un magnífico regalo para todos aquellos que disfruten de la fotografía en color hecha con sencillez y maestría.
*REBAJADO de 18 a 17,10 euros
Hold Still – Keep going,
de Robert Frank
¿A quién no le gustaría tener un libro de artista de un fotógrafo como Robert Frank? Pues esto es lo más parecido que encontraréis. Una auténtica maravilla, llena de rarezas, contactos, anotaciones, pequeños extractos de conversaciones y entrevistas (en inglés) con el genial autor de ‘Los Americanos‘. Un libro que muestra la personalidad artística de Frank y que lo hace, además, desvelando los cruces entre sus trabajos como fotógrafo y cineasta. A mí, personalmente, me encanta.
*REBAJADO de 35 a 33 euros
Cape Light,
de Joel Meyerowitz
El libro que marcó un antes y un después en la historia de la fotografía en color. ¿Hace falta decir más? Pues que es puro Joel Meyerowitz y un auténtico placer para la vista de aficionados y profesionales. ‘Cape Light‘ sigue siendo un referente, y un libro del que aprender cosas nuevas y deleitarse cada vez que nos adentramos en él.
*REBAJADO de 49 a 33 euros
Scene,
de Alex Majoli
Un libro único y diferente. El fotógrafo de Magnum Alex Majoli se vale de una iluminación muy concreta para documentar tragedias reales con una estética sumida en las sombras y el misterio. Majoli consigue algo muy difícil: plasmar la eterna dicotomía de la fotografía entre realidad y ficción. ‘Scene‘ es un libro oscuro, mucho, en el que, en lugar de mostrar ficciones que simulan la realidad, el italiano apuesta por captar realidades que simulan ser ficciones. El resultado es un libro diferente, evocador y personalísimo que os enganchará.
On abortion,
de Laia Abril
El en post sobre fotolibros para regalar publicado en 2018 ya os aconsejé un libro de Laia Abril, ‘Lobismuller’, y este año repito, pero con otro de sus libros. ‘On Abortion‘ (Sobre el aborto) es otra muestra de la original forma que tiene Laia de trabajar la fotografía. En este caso, ‘On Abortion’ es un relato (y una denuncia) de los sufrimientos de las mujeres que no han visto reconocido su derecho al aborto. Testimonios de mujeres, retratos y fotografías de objetos que a lo largo de la historia se han utilizado para realizar abortos clandestinos, el libro de Laia fue elegido mejor mejor fotolibro del año 2018 en Paris-photo.
*REBAJADO de 49 a 36 euros
Tiny Streetwise
de Mary Ellen Mark
¿Os imagináis lo que tiene que ser documentar la vida de una persona durante nada más y nada menos que 32 años? Es lo que hizo la fotógrafa Mary Ellen Mark con Erin Blackwell, una ‘chica de la calle’ de Seattle a la que conoce cuando tiene 13 años y a la que acompaña en su periplo vital de 10 hijos, problemas con las drogas y una madre alcohólica. Un trabajo magnífico reflejado en un libro maravilloso en el que Mark sabe transmitir las esperanzas, desilusiones, sueños y sinsabores de la vida de Tiny, con un respeto y una dignidad apabullantes. Uno de los mejores ejercicio de documentalismo fotográfico que se pueden ver.
*REBAJADO de 58 a 36 euros
Photographs 1946-2004,
de Richard Avedon
Magnífico recopilatorio de la carrera de uno de los más grandes fotógrafos de toda la historia. Gran fotógrafo de moda, gran retratista y gran documentalista, la fotografía no sería lo mismo sin Richard Avedon. Este libro, muy difícil de conseguir hasta hace bien poco (cada ejemplar a la venta estaba a un precio prohibitivo), contiene algunas de sus mejores fotografías y repasa sus mejores trabajos. No hay más que decir: hablamos Richard Avedon y este libro es absolutamente imprescindible.
*REBAJADO de 58 a 53 euros
Alma Tierra
de José Manuel Navia
Cada libro de José Manuel Navia es una lección de fotografía, sensibilidad y saber hacer. ‘Alma Tierra’ es su último trabajo y en el realiza su particular recorrido sobre la ‘España vacía’, esos pueblos que poco a poco van perdiendo sus habitantes pero que se resisten, aunque a duras penas, a perder su alma. Solo Navia podría hacer un libro cuyas imágenes combinan documentalismo, poesía, homenaje y denuncia, y todas ellas magistralmente bañadas, además, por esa maravillosa ‘luz Navia’.
Autobiography,
de Cristóbal Hara
Otro gran nombre de la fotografía española. Cristóbal Hara es, junto con Cristina García Rodero, aunque cada uno en su estilo, quien más y mejor ha retratado la ‘España de los pueblos’, con sus fiestas, ritos y costumbres. En ‘Autobiography‘ nos adentramos en el Hara más personal, ya que se trata de imágenes en las que el fotógrafo plasma la memoria emocional de su niñez. Hara ha sido un innovador que se ha atrevido a poner en cuestión los cánones del lenguaje fotográfico capaz de capturar aquello que sucede cuando no miramos.
Retrospective,
de William Klein
Un libro maquetado por el propio William Klein, sin duda uno de los fotógrafos más rompedores e influyentes de la historia de la fotografía. Imprescindible para entender la esencia del trabajo de este rebelde y ‘enfant terrible’ del Olimpo fotográfico. El libro nace de la excelente retrospectiva que el Centro Pompidou de París dedicó a Klein en 2005.
*REBAJADO de 71 a 56 euros
Valparaíso,
de Sergio Larraín
El fotógrafo que maravilló al mundo (y al propio Henri Cartier-Bresson, que lo reclutó para Magnum) y que agrandó su leyenda al dejar la fotografía y retirarse del mundo para dedicarse a la meditación. ‘Valparaíso’ es la obra cumbre de Sergio Larrain, una visión en blanco y negro de una ciudad que se asomaba a su decadencia económica pero que se resistía a perder su aire romántico. Documentalismo clásico en blanco y negro con la firma de uno de los fotógrafos que mejor combinó sensibilidad, poesía y personalidad.
*REBAJADO de 48 a 45 euros
I know how furiously your heart is beaten,
de Alec Soth
Alec Soth es otro imprescindible en cualquier biblioteca fotográfica que se precie. Es, seguramente, uno de los fotógrafos más influyentes de la actualidad, capaz de haber construido un lenguaje y un estilo propios que se han convertido en un referente ineludible para muchos. ‘Sleeping by the Mississipi‘ es su fotolibro más conocido y ‘I know how furiously your heart is beating’ su último trabajo, la vuelta a escena del autor tras más de un año de crisis en el que, confiesa, apenas tomó fotos. Soth ha vuelto y no defrauda, sino todo lo contrario, con una exploración poética y evocadora del mundo interior de las personas: Color, intimidad y personas frente a sí mismas en espacios privados.
*REBAJADO de 79 euros a 64
All quiet on the home front,
de Colin Pantall
El último libro que me he comprado. Y lo hice, entre otras cosas, porque es uno de los escasos ejemplos en los que un fotógrafo explora su paternidad y su transformación identitaria como hombre y persona a raíz del nacimiento de su hija. A través de sus fotos de corte intimista en color, Colin Pantall retrata el crecimiento de su hija y en paralelo nos habla de sus miedos y dudas con una sencillez y sinceridad aplastantes. Un trabajo diferente, cercano y rabiosamente personal, presentado en una edición original y muy cuidada. Contiene pequeños textos en inglés.
Return to sender,
de Sipke Visser
Uno de esos libros que es el resultado del uso de la fotografía como juego y nexo de unión entre desconocidos. Entre 2008 y 2010 la fotógrafa holandesa Sipke Visser envió 500 cartas acompañadas de una fotografía a direcciones aleatorias de todo el Reino Unido. Pidió a sus receptores que le contestaran y le enviaran una fotografía hecha por ellos. ‘Return to sender‘ (Devolver al remitente) es el libro que recoge un centenar de las respuestas y fotografías que recibió Visser. Original y curioso donde los haya. Textos en inglés.
Fotopoemario,
de Chema Madoz
La poesía visual de Chema Madoz unida a la lírica de Joan Brossa. Se trata del último libro de Madoz, un mago de la fotografía, experto en transformar objetos en ilusiones e ilusiones en objetos. Las fotografías de Madoz, del que ya recomendé un libro recopilatorio en el post del año pasado, gustan, sorprenden y cautivan incluso a los no iniciados en fotografía. Es el ojo de un maestro que en este delicioso librito se viste con las certeras palabras de Brossa. Para ojos y almas sensibles.
*REBAJADO de 22 a 20 euros
Volverás a la Antártida,
Paco Gómez e Hilo Moreno
No encontrarás otro libro como éste. Fotografía, aventura, humor y whatsapps, muchos whatsapps. Paco Gómez e Hilo Moreno se embarcan en una aventura (virtual en el caso de Gómez, real en el caso de Moreno) en el que la Antártida se convierte en un espacio de recreación, aprendizaje y experimentación fotográfica, y todo ello contado a través de conversaciones de Whatsapp. Un libro que no podrás soltar hasta terminarlo y que te arrancará más de una carcajada. No sé si existe esta palabra, pero yo diría que es ‘recomendabilísimo’.
Sahel, the end of the road
de Sebastiao Salgado
Primer gran trabajo documental de uno de los grandes fotógrafos de las últimas décadas. Controvertido y polémico (muchos le acusan de “embellecer” la tragedia), Salgado captura en ‘Sahel’ las extremas condiciones de vida provocadas por la hambruna en la zona africana del mismo nombre. Para quienes prefieran deleitarse con la monumentalidad y la estética del autor, sin tocar temas tan duros, ‘Génesis‘ es sin duda su libro: el personal homenaje de Salgado al planeta Tierra y a los lugares y personas amenazados por el brutal desarrollo del capitalismo y la sociedades modernas.
*REBAJADO de 64 a 51 euros
Leer,
André Kertész
Otro libro pequeñito que es toda una joya. Un placer, el de la lectura, retratado a través de la magia de la fotografía y con la mirada de uno de sus grandes maestros, André Kertész. Fotografías en blanco y negro que atrapan el sosiego, la ensoñación y el ensimismamiento que se apodera de nosotros cuando nos sumergimos en la lectura de un libro. Un clásico que se reeditó en castellano hace bien poco.
*REBAJADO de 19,95 a 18,95 euros
And time folds
de Vanessa Winship
Recopilación del trabajo de una de las mejores fotógrafas documentalistas de los últimos tiempos, aunque para muchos sea prácticamente una desconocida. Única mujer, hasta la fecha, en ganar la beca de la Fundación Cartier-Bresson, Vanessa Winship trabaja temas relacionados con los conceptos de identidad, frontera memoria y fragilidad de las personas. Gran retratista con una sensibilidad especial para los paisajes, Winship tiene también un recopilatorio publicado por la fundación Mapfre, pero este otro, fruto de su exposición en la galería Barbican de Londres, incluye un regalazo: sus propias notas, dudas y cavilaciones en torno a su trabajo, en unas páginas que valen su peso en oro (están en inglés).
*REBAJADO de 50 a 40 euros
Sizigia,
de Pako Pimienta
Qué más puedo decir de este libro… Ya le dediqué un post hace unos meses titulado ‘Pérdida, dolor, búsqueda y libertad. Así es Sizigia, de Pako Pimienta‘ al que poco más puedo añadir. El libro que más gratamente me ha sorprendido en los últimos meses: personal, oscuro, contundente, rabioso, sangrante y liberador. Un ejemplo mayúsculo de discurso personal de un fotógrafo que me era totalmente desconocido y que con este libro me conquistó desde la primera página. Pako Pimienta es “un japonés de Badajoz” que habla, y muy bien, a través de su cámara.
PRECIO: 50 euros + 5 de gastos de envío (contactar con el autor en su web)
Si os habéis quedado con ganas de más, podéis echar un vistazo a los libros que he ido comentando en la sección ‘Descubriendo fotolibros‘ de este blog. Sea cual sea vuestra elección, y esté en la lista o no, espero que los disfrutéis. Ah, y recordad que estaré encantada de recibir vuestros comentarios y sugerencias.
La AFV volverá en 2020
La sede permanecerá cerrada durante las vacaciones navideñas, volveremos el lunes día 13 de ENERO del año 2020.
¡FELIZ NAVIDAD!
EL PERRO MUERTO Y EL ENJAMBRE DE ABEJAS: LOS TRUCOS DE RICHARD AVEDON EN DOS DE SUS RETRATOS MÁS FAMOSOS.
por Cartier Bresson no es un reloj
A menudo siento que la gente viene a mí para ser fotografiada como irían a un médico o a una adivina; para averiguar cómo son.
La frase es parte de una cita más larga que publiqué, junto a otras, hace poco más de dos años en este mismo blog en un post titulado ‘11 citas de Richard Avedon sobre el retrato‘. Su autor es, obviamente, Richard Avedon, uno de los más grandes fotógrafos del siglo XX y uno de los mejores retratistas que ha habido jamás.
Avedon fotografió tanto a personas anónimas (su libro ‘In the American West‘ es una auténtica maravilla) como a personalidades del cine, la música, la política o el deporte. En ambos campos, en el de las personas anónimas y en el de las personalidades de diferentes ámbitos, Avedon consiguió destacar como un consumado maestro. Suyos son algunos de los retratos más famosos de la historia de la fotografía.
Entre los miles de retratos firmados por el fotógrafo estadounidense hay dos que destacan sobremanera. Uno es el que le hizo a una pareja mundialmente conocida, Eduardo VIII y Wallis Simpson, duques de Windsor, y en otro el protagonismo recae sobre una sola persona, el apicultor californiano Ron Fischer. En ambos casos, Avedon mostró su maestría, su saber hacer… e incluso, un punto de crueldad que a la postre resultaría determinante.
En el caso de los duques de Windsor, la sesión de fotos tuvo lugar en 1957, en la ciudad de Nueva York. Los Windsor sabían muy bien lo que era posar ante una cámara, estaban acostumbrados a ello ya que, aunque la abdicación de Edward en 1936 les había apartado de la vida pública ‘oficial’ de la familia real británica, ambos eran personajes públicos permanentemente expuestos a los focos.
Sin embargo, Avedon no quería hacer ‘otra foto más’ de la pareja, es decir, no quería una pose estudiada, controlada y, a la postre, aburrida. Por eso no tuvo reparo en recurrir a una pequeña triquiñuela para mostrar una cara de los Windsor que hasta entonces había permanecido oculta al objetivo de las cámaras.
Avedon sabía por su compañera de profesión (y también gran retratista) Diane Arbus, que los duques sentían una debilidad especial por los perros. De hecho, era ‘vox populi’ que la duquesa dejaba que sus perros durmiesen en la cama con ella y que incluso los alimentaba con galletas especialmente horneadas para ellos por su chef.
Avedon llegó puntual a la cita para fotografiar a la pareja, los colocó justo en el lugar donde quería y fingió hacer un comentario casual: les contó cómo, minutos antes, el taxi en el que viajaba atropelló un perro en la calle y lo mató. La historia horrorizó a los duques y ese fue el momento en el que Richard Avedon apretó el obturador. La imagen que captó la cámara es ya parte de la historia.
La fotografía no pasó desapercibida, ni mucho menos. Incluso creó cierta polémica en Inglaterra. Muchos se quejaron porque consideraban que el retrato era poco favorecedor, incluso insultante, con la imagen de la pareja. Hubo quien dijo, incluso, que Wallis Simpson parecía un sapo. Pero Avedon defendió su trabajo a capa y espada, justificada la imagen, y la pequeña crueldad que utilizó para obtenerla, alegando que su objetivo era capturar cómo eran realmente los duques, y no cómo se mostraban habitualmente al público. Quería evitar la máscara del personaje público y mostrar el rostro de las personas.
Este retrato fue solo otra de las polémicas que parecía perseguir continuamente a la pareja. Durante la Segunda Guerra Mundial fueron acusados de simpatizar con la Alemania nazi y con el fascismo en general, algo a lo que contribuyeron algunos de sus comentarios y las amistades que frecuentaban. Avedon llegó a decir, después de conocerlos, que el duque y la duquesa amaban más a los perros que a los judíos.
El retrato del apicultor es posterior al de los Windsor. Se hizo en 1981, en California. Ron Fischer, un apicultor, respondió a un anuncio que leyó en un diario de tirada nacional en el que se buscaba “un hombre o una mujer dispuestos a ser fotografiados con abejas por todo su cuerpo por un fotógrafo de fama mundial“.
Fue el propio Richard Avedon el que publicó el anuncio en el diario de apicultura. A Fischer le picó la curiosidad. Llevaba toda su vida trabajando de apicultor, pero nunca había dejado que los insectos se posaran sobre su cuerpo. Quería saber qué se sentía y cómo se vería a sí mismo con una ‘barba de abejas’. La ‘barba de abejas’ es una práctica habitual en algunas exhibiciones en las que una abeja reina se usa para atraer a las abejas a la cara del individuo.
Tras leer el anuncio, Fischer se hizo un autorretrato con una Polaroid (en 1981 no había teléfonos móviles y los ‘selfies’ no eran tan habituales ni tan sencillos de hacer como hoy en día) y se lo envió a Richard Avedon.
Busco personas que sean sorprendentes, desgarradoras o bellas de una manera aterradora, solía decir el fotógrafo sobre sus retratados. Y el físico de Fischer encajaba en esa búsqueda.
Acordaron reunirse en Davis, California, cerca de la casa de Norman E. Gary, un entomólogo de la Universidad de California que fue el encargado de llevar 120.000 abejas a la sesión de fotos.
Quedaron en una granja de tomates en la que había un granero. Avedon colgó una gran cartulina de papel blanco en el lado del granero que quedaba en sombra. A unos cuantos metros dejaron las cajas en las que estaban las abejas.
Una vez que Avedon colocó a Fischer en el lugar exacto donde quería que estuviera, el fotógrafo le pidió que se quitara la camisa y después la camiseta. Después le pidió que se quedara totalmente quieto, ya que cualquier pequeño movimiento podría arruinar la imagen. En ese momento, Norman, el entomólogo, untó el torso y la cabeza de Fischer con una loción que contenía las feromonas de la abeja reina. Era la forma de conseguir que las abejas se posaran y se quedaran sobre el cuerpo del apicultor.
A continuación, Norman volcó las cajas de las abejas sobre unas tablas impregnadas de agua azucarada, y después, con la ayuda de una pala y una escoba, arrojó los montones de abejas al aire.
Captaron mi aroma y formaron una nube sobre mi cabeza. Oí un gran zumbido y enseguida empezaron a caer abejas sobre mi cabeza, mis hombros y mi cuello.
A pesar de ser apicultor, la situación le provocó un escalofrío que le recorrió toda la espalda. Y tenía sus motivos:
Normalmente, en las exhibiciones de ‘barbas de abeja’ se usan insectos de uno a dos días de edad porque en ese momento aún no han desarrollado los aguijones.
Tan pronto como vi las abejas, me di cuenta de que se trataba de ejemplares adultos y que tenían aguijón. Me molestó, pero supuse que Norman sabía lo que estaba haciendo. Me dije a mí mismo: “No te preocupes”.
Los insectos le hacían cosquillas en la piel, intentaron meterse por su nariz, por lo que Fischer se vio obligado a mantener la calma mientras resoplaba varias veces para evitar que se metieran por su cavidad nasal. Las únicas instrucciones de Avedon fueron que mirara al frente y que evitara sonreír.
Fischer no salió indemne de la sesión. Acabó con cuatro picaduras de abeja, dos de ellas en los labios.
Avedon seleccionó dos fotografías de esa sesión: una, a la que llamó la versión ‘budista’, por su ausencia de sufrimiento en el rostro de Fischer, y otra, la versión ‘cristiana’, en la que Fischer hace una mueca de dolor. La sesión con el apicultor y las abejas se alargó durante hora y media.
El apicultor es uno de los 775 retratos que Richard Avedon hizo a personas anónimas para su libro ‘In the American West’, para muchos, la obra cumbre del fotógrafo y del retrato documental. Todas las imágenes están hechas sobre un fondo blanco brillante, hay una total ausencia de sombras trasmiten una especie de vacío emocional.
Tal y como sucedió con el retrato de los duques de Windsor, el retrato del apicultor y otros incluidos en el libro fueron objeto de furibundas críticas y generaron controversia. Hubo voces que se alzaron para denunciar que Avedon menospreciaba a sus sujetos, especialmente a aquellos que tenían algún tipo de discapacidad física:
“Esta es una colección de fotografías enfermiza que expresa los miedos internos y las terribles pesadillas de Avedon”, escribió un crítico llamado Fred McDarrah. Avedon le contestó con una de sus frases más famosas:
No existe la inexactitud en una fotografía. Todas las fotografías son precisas, pero ninguna de ellas es la verdad.
Pero también hubo quien elogió el trabajo de Avedon, subrayando su intensa emoción y la poderosa individualidad que emanaba de aquellos retratos.
Fischer, el apicultor que posó para la foto, también se pronunció en favor de Avedon cuando las críticas arreciaron:
Me gusta la foto. Obviamente, fue una escenificación; la mayoría de los apicultores no usan sus abejas de ese modo. Pero sigue siendo una imagen natural porque muestra un comportamiento natural de las abejas. Creo que los que más criticaron a Avedon por esta imagen eran aquellos que ya estaban en su contra desde tiempo atrás.
De hecho, no eran pocos los que anteriormente habían criticado a Avedon por trabajar en moda y publicidad, además de hacer trabajos artísticos. Frente a éstos, Avedon no fue tan tibio como con quienes criticaron ‘In the American West’:
Estas acusaciones contra los fotógrafos que trabajamos en publicidad son ataques hechos por personas celosas que carecen de imaginación. Algunos fotógrafos acuden a fundaciones y les piden dinero para hacer una exposición o se van y se casan con mujeres ricas. O peor aún, se convierten en mártires de una causa u objetivo concreto. Esto es porque no saben cómo ganar dinero. Yo no pido dinero a fundaciones ni al gobierno. Me gano la vida trabajando con revistas y haciendo campañas publicitarias.
Fischer, el apicultor, siguió vendiendo miel en su puesto habitual del mercado de agricultores de Oak Park en el que exhibía, además, una copia del retrato que le hizo Richard Avedon. A la gente le gustaba hacerse una foto con él, y Fischer decía sentirse aliviado de que la gente no le pidiera que se quitara la camisa. Eso sí, nunca volvió a sentir la necesidad de hacer otra ‘barba de abeja’.
He trabajado sobre una serie de negaciones. No a la luz exquisita, no a las composiciones aparentes, no a la seducción de las poses o de la narrativa. Y todos esos noes han forjado mi ‘sí’. Tengo un fondo blanco, una persona que me interesa y cosas que ocurren entre nosotros.
El retrato de los duques de Windsor y el del apicultor no son sino una pequeña muestra de la extensa y valiosísima obra de Richard Avedon. El fotógrafo huyó siempre de las poses rígidas e impostadas, le gustaba sacar a sus retratados de la zona de confort, de la seguridad de la pose ensayada, de la sonrisa fotográfica… En pocas palabras, quería negar el yo ideal que todos fabricamos y queremos ver en nuestras fotos para mostrar aquella parte de nosotros mismos que nunca vemos.
No estoy necesariamente interesado en desentrañar el secreto de una persona. Es el hecho de que haya cualidades que el sujeto no quiere que observe lo que hace que me resulte interesante, lo suficientemente interesante para un retrato. Entonces se convierte en un retrato de alguien que no quiere mostrar algo. Y eso es interesante. No hay verdad en la fotografía. No hay verdad sobre la personalidad de nadie. Mis retratos dicen mucho más sobre mí que sobre las personas que fotografío. Antes solía pensar que un retrato era una especie de colaboración, que era algo que sucedió como resultado de lo que el sujeto quería proyectar y de lo que yo como fotógrafo quería fotografiar. Ya no creo que sea así en absoluto.
Quizá, en este sentido, y parafraseando a Diane Arbus, Richard Avedon estaría de acuerdo en que, en esencia, el retrato es el secreto de un secreto, o el misterio de un misterio.
CÓMO REALIZAR FOTOGRAFÍAS CIRCUMPOLARES.
Fotos como la que ilustra este artículo suelen generar dudas sobre cómo denominan a estas imágenes tan espectaculares en las que se aprecia el rastro del movimiento de las estrellas (star trails) de forma circular. Se denominan fotografías circumpolares y se diferencian de otras en las que también aparecen rastros estelares en que se realizan mirando hacia el norte (o al sur si vives en el hemisferio Sur), de manera que se consigue plasmar la sensación de que todos los astros giran en torno a la estrella polar.
La técnica para lograr una foto de éstas es, en teoría, sencilla pero “tiene su miga”. En principio basta con plantar la cámara en un trípode, apuntar con la cámara al cielo en la posición adecuada y dejarla exponiendo el tiempo suficiente para que las estrellas se muevan y ese movimiento que a nuestros ojos pasa inadvertido quede registrado en la cámara. En principio cuanto más tiempo mejor, pero a partir de cinco-diez minutos ya deberíamos poder captar una pequeña estela de estrellas.
Foto de insung yoon
Claro que esto no es tan fácil en la práctica; de hecho se trata de uno de esos casos en los que la fotografía química supera a la digital en cuanto a la facilidad para conseguir una imagen. ¿Por qué? Pues es muy sencillo, porque con película realizar una larguísima exposición es algo relativamente sencillo; sin embargo no ocurre lo mismo con el sensor de una cámara digital que, como sabrás, está sujeto a un calentamiento que produce distintos problemas. Por eso, te vamos a contar cómo hacer una de estas fotografías con tu cámara digital.
Material necesario
Ya te hemos avanzado que vas a necesitar un trípode pero también hay que señalar que no basta con uno cualquiera. Es decir, no es que necesites uno especial para este tipo de tomas sino que es importante que utilices uno que sea muy estable y que lo uses adecuadamente. Exactamente igual que cuando vas a hacer una toma de fotografía nocturna o de larga exposición, por cierto, en donde conseguir que la cámara no se mueva lo más mínimo es crucial.
Por tanto, en este sentido también es importante asegurarnos de poder apretar el disparador sin producir vibraciones, ya sea con una app conectada a la cámara, con el disparo retardado de la cámara o con un disparador remoto, ya sea de cable o inalámbrico. Más interesante incluso es contar con un intervalómetro que permita hacer fotos periódicamente según un tiempo prefijado y de forma automática (y por tanto sin tener que estar pendientes del reloj).
Foto de Pok Rie
Esta posibilidad también puede venir incluida en la cámara, lo que nos facilitará mucho las cosas; pero si no, basta con que ésta te permita hacer largas exposiciones. Es decir, te servirá casi cualquier cámara, aunque por supuesto cuanto más grande sea el sensor menos expuesto estarás a sufrir ruido en la imagen. Por lo que toca al objetivo, como puedes suponer necesitarás un gran angular que, preferentemente, sea luminoso y de buena calidad.
Por lo demás, hay que prever que la cámara va a realizar un alto consumo de energía con lo que deberemos ir provistos de baterías de repuesto. Claro que teniendo en cuenta que la cámara no debería moverse lo más mínimo quizá tener que cambiarla te estropee el trabajo así que deberías conocer qué tal es la autonomía de tu cámara. Si no es suficiente para lo que quieres hacer, tienes otras soluciones como hacerte con un grip con una batería adicional o, idealmente, un adaptador de corriente al que enchufar la cámara (si es que es posible).
Elige el momento y el lugar
Una vez tenemos claro el equipo es momento de pensar en el lugar en el que vamos a realizar la toma porque, como puedes imaginar, no sirve cualquiera. En primer lugar, como ya hemos dicho, tiene que estar orientado al norte/ sur (dependiendo de en qué hemisferio estés) y también es importante que el cielo esté lo más libre posible de contaminación lumínica, por lo que debes buscar un sitio alejado de cualquier foco de luz; es decir, normalmente lo más lejos posible de las ciudades, pero con la orientación (norte o sur) adecuada.
Foto de Jordi Cucurull
Por otro lado, es interesante buscar un sitio aislado pero en el que encontremos algún elemento que aporte interés a la composición, como puedan ser árboles, montañas, una casa, un castillo… Como puedes ver en las fotos que ilustran el artículo, si incluyes en el encuadre algo más que el cielo lograrás que tu foto gane en atractivo. Eso sí, no es recomendable elegir elementos que puedan contaminar la toma de luz como podría ser el skyline de una gran ciudad como Madrid o Barcelona.
Decidido el sitio, es el momento de elegir el momento adecuado ya que tampoco sirve cualquiera. En primer lugar, escoge una noche que se prevea despejada y en la que no haya luna, para lo cual debes consultar el pronóstico del tiempo y el calendario lunar. En cuanto a la época del año, no hay una recomendación especial, pero piensa que es posible que pases varias horas al raso así que no te recomendamos el invierno porque el frío y la humedad pueden ser un problema (para ti y para tu cámara).
Foto de Ramón Portellano
También te interesa saber que la altura a la que debes encontrar la estrella polar será diferente dependiendo del lugar de la Tierra en la que te encuentres. Si estás cerca del Ecuador te la encontrarás muy cerca del horizonte, mientas que cuanto más cerca estés de uno de los polos más alta la encontrarás. Consecuentemente, si la foto la haces desde España, o desde cualquier país situado en una latitud similar, la estrella polar se situará en una altura media del firmamento. En todo caso, una aplicación como Photopills te servirá de mucha ayuda.
Componiendo y disparando
Ya sobre el terreno toca plantar el trípode con la cámara y decidir la composición, aunque como ya habremos estudiado el sitio con antelación es posible que ya tengamos una idea sobre lo que queremos sacar. En cualquier caso, tal y como comentábamos en el caso de los fuegos artificiales, y como ya hemos dicho antes, para evitar que la imagen sea demasiado convencional hay que incluir otros elementos que añadan interés más allá de lo que se vea en el cielo.
Foto de Eduardo Martinez
Es el momento de enfocar, para lo cual será mejor recurrir al modo manual ya que la escasa luz seguramente hará imposible usar el sistema automático. Así que, como regla general, es mucho mejor poner el objetivo en manual y enfocar a infinito. Si en tu imagen va a haber elementos a distintas distancias considera si te interesa que todo esté en foco. Es más cuestión de estilo que otra cosa pero si quieres que así sea, es el momento de sacar partido de la distancia hiperfocal para asegurarte de que obtendrás la mayor profundidad de campo posible.
Para lograr este tipo de fotos hay dos técnicas: una exposición lo más larga que nos permita la cámara (sin que el sensor sufra) o realizar series de fotografías que luego apilaremos
Llegados a este punto, por fin será el momento de comenzar a realizar la fotografía, o las fotografías porque, aunque lo hemos sugerido antes, la técnica más recomendable para realizar este tipo de imágenes con cámaras digitales se basa en el apilado de fotografías. Como no es factible realizar una exposición de horas, se trata de realizar distintas tomas de larga exposición que vayan captando las estrellas en su movimiento y, una vez unidas, pongan de manifiesto los rastros de estrellas.
También se puede realizar con una única exposición, pero como hemos dicho el calentamiento que se produce en el captor de imagen invalida que este lapso sea muy prolongado y provoca que se produzca mucho ruido en la imagen. En todo caso, es interesante saber las capacidades de tu cámara en concreto para ver qué puedes conseguir, además de probar qué tal funciona el sistema de reducción de ruido para largas exposiciones que casi seguro incorpora. Sin embargo, ya decimos que la mejor manera es realizar múltiples exposiciones, sobre todo porque es la manera de conseguir, con modelos digitales, esas largas star trails que veis en las imágenes adjuntas.
Foto de Josselin Berger
Por supuesto elegiremos el formato RAW y por lo que toca a los valores de exposición será conveniente poner el ISO al mínimo (para evitar el ruido en lo posible), establecer el diafragma en el punto dulce (osea en el valor donde mejor calidad ofrece, normalmente dos o tras pasos por encima del diafragma más abierto), y elegir una velocidad de obturación de entre 20 y 30 segundos como punto de partida; aunque, como siempre, es cuestión de ir probando.
Hay formas de calcular la exposición a realizar, pero partiendo de unos veinte segundos podemos ir probando hasta conseguir una toma correcta con la que empezar a hacer nuestra serie de fotos
Con esos valores más o menos deberíamos obtener una foto con un rastro casi inapreciable pero que se convertirá en otra cosa cuando posteriormente montemos la serie de fotografías que realicemos. La cantidad de ellas a realizar dependerá de lo que queramos conseguir, pero ya decimos que con unos cinco minutos podemos empezar a apreciar el movimiento de las estrellas. Lógicamente, para obtener esos cielos con unos rastros que forman un círculo casi perfecto necesitaremos realizar bastantes tomas, a partir de 100.
En cuanto al intervalo entre ellas, la cantidad más recomendable es entre cinco y quince segundos; es decir, esperar diez segundos (por ejemplo) antes de hacer una nueva fotografía para poder ir captando las estrellas en su movimiento sin que sus rastros sufran cortes entre ellas. Por cierto que si has optado por este sistema basado en usar múltiples imágenes, es mejor que desactives la reducción de ruido de la cámara. Piensa que si está activado, tras exponer la foto los segundos que sean, la cámara necesitará el mismo tiempo para procesarla y eso puede suponer un problema al tratar de hacer muchas fotos y no deja tiempo a que el sensor pueda enfriarse. Además, también deberías haber desactivado el estabilizador de imagen de la cámara o el objetivo.
Foto de InstaWalli
El postprocesado
Como podéis imaginar, en este tipo de tomas el procesado de la foto no sólo es importante sino que es fundamental. Lo que hagamos, eso sí, dependerá lógicamente de si hemos usado la técnica de una única toma o de múltiples. En el primer caso lo más importante, casi con toda seguridad, es reducir el ruido que se haya podido producir en la imagen si es que no hemos optado porque lo haga la propia cámara.
Si hemos optado por el apilamiento de imágenes podemos montar el resultado final con herramientas específicas como Startrails o bien con Adobe Photoshop
Si no es el caso, o queremos tratar de mejorar lo que ha hecho la cámara a partir del archivo RAW, una manera muy interesante utilizar la técnica basada en el uso de un fotograma en negro, una forma bastante útil en foto de larga exposición y que implica que durante la toma de fotografías también tendremos que capturar otras con los mismos parámetros pero con la tapa del objetivo puesta.
Y si hemos dicho «otras», en plural, es porque esta técnica también es válida si vamos a basarnos en una serie de imágenes; sin embargo, tendríamos que hacer muchas tomas negras lo que puede ser muy engorroso. Así que mejor utilizaremos otra forma de reducir el ruido basándonos en el uso de distintas tomas tal y como explicábamos en el mismo artículo que hemos linkado en el anterior párrafo y donde nuestro compañero Fernando (más conocido como “Ferfoto”) nos enseña a reducir el ruido.
Apilamiento en Adobe Photoshop
La técnica se realiza con Photoshop, que es una de las herramientas que nos puede servir para “juntar” las fotos que deben conformar el resultado final, y en el proceso se explica cómo hay que hacer para que el software de Adobe apile las imágenes.
Si preferimos otra vía, esto también se puede hacer con programas específicos como Startrails, un software gratuito y bastante popular (aunque quizá ya esté un poco desfasado) que ayuda en la tarea porque es capaz de realizar la unión de las fotografías que le digamos de forma prácticamente automática. Y con esto ya tendremos nuestra fotografía circumpolar que, con suerte, no tendrá mucho que envidiar a las que habéis visto aquí. Si os animáis, contadnos qué tal la experiencia.
Foto de Jeremy Thomas
CAPTURE ONE 20, EL GOLPE DECISIVO DE PHASE ONE PARA CONQUISTAR EL MUNDO DEL REVELADO.
Hoy se pone a la venta la nueva versión del programa de la empresa Phase One: Capture One 20. Y no, no te has quedado dormido. Han pasado de la versión 12 a la 20 para adaptarse al año que vamos a estrenar. Nuevo motor de revelado y herramientas y la idea de hacerlo cada vez más abierto a todos los usuarios.
Hace muy poco tiempo Adobe actualizó sus programas. Entre ellos, Adobe Lightroom Classic. Y no cambiaron nada realmente importante, si acaso exportar a varios formatos a la vez y poco más. Fue una decepción, una oportunidad perdida.
Sin embargo la nueva actualización de Capture One sorprende por la cantidad de novedades que nos presenta: nuevo motor de revelado, herramientas más útiles y algunos cambios sustanciales que van a cambiar la relación con el programa.
El mayor estigma que tenía hasta ahora es que era demasiado profesional. Algunos usuarios creían que solo tenía sentido para los dueños de estudios y que los aficionados no tenían nada que hacer con él. Y esta es una de las cosas que han cambiado en Capture One 20. Ahora es más dinámico y abierto.
Vamos a ver qué nos ofrece esta nueva versión que podemos descargar desde hoy, previo pago, en la página oficial de Capture One. Solo adelantar que trae muchas novedades.
Capture One 20 o hacer una nueva versión de verdad
Igual somos demasiado clásicos, pero siempre hemos entendido que una nueva versión está justificada porque hay cambios importantes en el interior del programa. Y que una actualización es para subsanar errores, mejorar el funcionamiento puntual de alguna función o actualizar la base de datos de cámaras admitidas.
EN XATAKA FOTOAcerca de la misteriosa reducción de ruido de color por parte de Adobe
Y Phase One sigue esta regla no escrita. La nueva versión justifica de verdad el cambio de nombre. Estamos ante un programa renovado en el que cambia el motor de revelado para mejorar la respuesta ante el ruido. Aparecen nuevas herramientas que facilitan el trabajo al fotógrafo. Mejora el sistema de copiar y pegar los ajustes entre archivos; agiliza la selección de las fotografías; cambia la resolución de las miniaturas del Navegador para que se vean mejor; ajusta con mayor precisión el equilibrio de blancos…. Muchas novedades que vamos a conocer a continuación.
Editor de color básico
Una de las herramientas estrella de Capture One ha cambiado de aspecto. Ahora es más sencilla la presentación pero tiene más opciones. Ha pasado de seis gamas a ocho, con lo que tendremos más control. Además presenta una nueva herramienta que se llama Editor de color directo que reconoce el color de la zona en la que pinchemos y nos permite modificar su Matiz, Saturación y Luminosidad.
El nuevo aspecto del Editor de color básico
Otra novedad es que por fin podemos trabajar con esta herramienta en una nueva capa, por lo que las posibilidades aumentan. Las demás opciones del Editor de color siguen igual que en la versión anterior.
Nuevo forma de utilizar la herramienta Recortar
La herramienta Recortar (C) ha cambiado su comportamiento. En las versiones anteriores era un poco estática pero ahora se comporta como en la competencia. Es más fácil ajustar la proporción o girar el recorte gracias a la combinación de las teclas de modificación.
La nueva herramienta Recortar
Ya es posible incluir una plantilla con las diferentes reglas de composición que tan útiles les puede resultar a algunos fotógrafos. En definitiva es más cómoda de usar. Es un cambio poco útil para los más veteranos pero perfecto para los que empiezan.
Alto rango dinámico
La herramienta Alto Rango Dinámico ha pasado a tener cuatro controles distintos. Dos para las luces y otros tantos para las sombras: Altas luces, Blanco, Sombras y Negro.
Las nuevas opciones de Alto rango dinámico
Recuerda mucho al funcionamiento de Adobe Camera RAW. Ahora es una herramienta más preparada para controlar los extremos del histograma de forma independiente. Podemos sacar más información y aumentar (o disminuir) el contraste de nuestras fotografías con estos cuatro parámetros.
Reducción de ruido
Una de las grandes novedades del programa es la mejora del control del ruido. Gracias al nuevo motor de revelado las fotografías con un ISO alto pueden eliminar de una forma más efectiva el ruido de luminosidad tan característico de estas sensibilidades.
La reducción de ruido gracias a un nuevo motor de revelado
La ventaja es que se conservan los detalles y el color no varía en absoluto. Y lo mejor para el final: el algoritmo funciona tan bien por defecto que muchas veces no es necesario acudir a la herramienta para tratar de eliminar el ruido original de una fotografía. Parece ser que los ingenieros del programa han probado todos los ISO de cada cámara y han hecho un ajuste personalizado… Será cuestión de probarlo a fondo.
El nuevo aspecto de Capture One
Los cambios estéticos han sido mínimos pero importantes. Los paneles de herramientas se pueden mover de una forma más ágil de un lado a otro de la interfaz para personalizar todavía más su aspecto y facilitar nuestro flujo de trabajo ideal.
Nuevo aspecto
Han modificado algunos atajos de teclado por defecto para la Máscara de enfoque (Q) o para ver a pantalla completa el** Navegador (G)**. También han incluido el nombre de los iconos de la Barra de herramientas para identificarlas más rápidamente; han cambiado el icono Automático por una varita mágica… Y han dejado a la vista todas las herramientas de máscara para tenerlas siempre a mano.
Y encima, con solo meter la clave de licencia Phase One, reconocerá la versión que has pagado sin tener que pasar por el calvario habitual de acordarse de la versión que tienes.
¿Merece la pena la nueva versión de Capture One?
Como veis son muchos cambios que responden a las peticiones de los usuarios. El programa es más rápido y ofrece mejores resultados a la hora de revelar. Solo es cuestión de acostumbrarse a las nuevas herramientas, al nuevo aspecto, en definitiva.
Llevamos un tiempo con él y la verdad es que la respuesta ha sido positiva. Solo esperamos que la versión definitiva sea tan estable como las precedentes. La esencia no ha cambiado. Sigue siendo el mismo pero ofrece más soluciones para el revelado que estamos buscando.
El precio es quizás la peor noticia de Capture One 20. Cuando salió la versión 12, costaba 286€. Pero ahora, si quieres comprarlo, tienes que pagar 349€ por la licencia perpetua. La subida de precio es considerable y seguro que terminará bajando pero no es una buena forma de atraer a los futuros usuarios.
Phase One y Adobe han tenido tiempo para renovarse pero parece que el único que ha hecho los deberes es Capture One. En los próximos meses veremos si las ventas siguen aupando a Adobe Lightroom o definitivamente tiene que ceder su trono al nuevo rey.
TRAS OLYMPUS, AHORA ES PANASONIC LA QUE ESTÁ EN EL DISPARADERO: ¿PELIGRA SU LUGAR EN EL NEGOCIO DE CÁMARAS DIGITALES?.
No hace ni dos semanas que hablábamos de la posible desaparición del mercado fotográfico de Olympus cuando ya nos vemos inmersos en otro caso muy similar: Panasonic ha anunciado oficialmente la venta de su negocio de semiconductores (donde se incluyen los sensores de imagen) a una empresa taiwanesa, lo que abre de nuevo las dudas sobre su posible salida de la escena fotográfica.
No se trata de hecho de la primera vez, porque la viabilidad de Panasonic en este campo ya ha estado en duda en anteriores ocasiones, pero lo cierto es que este significativo hecho responde a la intención de desprenderse de una parte del negocio poco rentable y centrarse en otros campos más lucrativos.
Por eso, teniendo en cuenta que la división fotográfica tampoco ha logrado una participación del mercado especialmente significativa, es por lo que entendemos que se difundan los rumores sobre la viabilidad de esta sección. Por ello, como solemos hacer ante este tipo de informaciones (si es que no los ignoramos directamente), nosotros nos hemos puesto en contacto con Panasonic España para conocer la “versión oficial”.
EN XATAKA FOTO¿Podría ser cierto que Olympus planea cerrar su división de cámaras fotográficas tal y como dicen los rumores?
Y lo que nos comenta la empresa es breve pero bastante tajante:
“Aunque se ha anunciado que el negocio de semiconductores se transferirá, esto no tendrá ningún impacto, ya que los dispositivos se seguirán suministrando a Panasonic.”
Ciertamente, que la firma ya no fabrique sensores de imagen no tiene porqué significar que deje el mercado de la fotografía; de hecho es habitual que las cámaras utilicen chips de otros fabricantes, en especial de Sony que es quien tiene la mayor cuota en este negocio (y ahora un competidor menos).
¿Qué significaría la desaparición de Panasonic?
Ciertamente ésta no es una empresa tan tradicional como Olympus en el campo de la fotografía, ya que entró en este ámbito con el advenimiento de lo digital. Sin embargo sí que es una de las empresas más importantes en la historia de la electrónica; de hecho la producción de semiconductores (la división de la que ahora se desprende) se inició allá por 1957.
De todos modos, que no estuvieran en la era analógica de la fotografía no significa que su papel en este mercado haya sido discreto; de hecho ha tenido mucha importancia en el último tramo de esta historia como uno de los pioneros del estándar Micro Cuatro Tercios.
Hay que recordar que suya fue la primera cámara lanzada bajo este paraguas, la Panasonic Lumix G1, un modelo con aspecto de “réflex en miniatura” (concepto que por fin parece estar triunfando). También se ha destacado especialmente en el campo de las cámaras de foto aplicadas al vídeo profesional, un campo en el que han cosechado mucha popularidad y han sido cruciales para conseguir que se usen cámaras cada vez más portátiles.
EN XATAKA FOTOPanasonic Lumix S1H: toda la información sobre la cámara sin espejo de formato completo y montura L con grabación 6K/24p
Por último, el año pasado se sumaron al negocio de las mirrorless de formato completo, una apuesta arriesgada cuyos resultados están por ver y podrían influir mucho en que estos rumores finalmente se hicieran realidad.
En cualquier caso, como ocurría con Olympus, sería una auténtica lástima que Panasonic desapareciera del mercado fotográfico. Pero, una vez más, lo único que podemos hacer es esperar acontecimientos y desear que todo se quede simplemente en rumores.
JUEVES FOTOGRÁFICO «ACÉRCATE» ÁNGEL PÉREZ GÓMEZ
Una vez más orgullosos de presentar un nuevo JUEVES FOTOGRÁFICO. En esta ocasión el AUDIOVISUAL «ACÉRCATE» de nuestro socio y Presidente de la AFV Ángel Pérez Gómez.
Jueves 5 de Diciembre a las 20:00 h
CENTRO CÍVICO JOSÉ LUIS MOSQUERA.
C/ PÍO DEL RÍO ORTEGA 13. VALLADOLID
Os esperamos…
Este es el retrato que puso en serio peligro el ejercicio de la fotografía de calle
por Cartier Bresson no es un reloj
No creo que sea muy agradable encontrarte con tu propia imagen en una galería de arte y saber que esa imagen está, además, a la venta cuando tú no has tomado parte en ello y ni siquiera puedes hacer nada para pararlo. Admito que eso es algo que resulta inquietante. Pero también tenía que luchar por el derecho de los artistas a hacer cosas que puede que no siempre resulten aceptables para todo el mundo.
Un día de 1999, el fotógrafo Philip-Lorca diCorcia fue a la famosa plaza Times Square, en Nueva York, colocó un teleobjetivo a su cámara, plantó el trípode en un lugar concreto, escondió sus flashes estroboscópicos en diferentes lugares y se colocó a unos siete metros de distancia de su cámara. Con el control remoto en mano, el fotógrafo disparaba cada vez que un transeúnte que le resultaba interesante pasaba por el lugar adecuado.
Foto: Philip-Lorca diCorcia
Ninguno de los fotografiados se dio cuenta de nada, ya que, al ser pleno día, las luces del flash pasaban desapercibidas para el ojo humano… Pero no para el de la cámara (algo que se consigue midiendo previamente la luz y subexponiendo deliberadamente el fondo).
Nunca hablo con ellos, nunca les pido permiso y no les pago. Finalmente, exhibo mi trabajo en galerías y museos.
Tras dos años de trabajo y más de 4.000 fotos, 17 de ellas fueron elegidas por diCorcia para la exposición ‘Heads’ que tuvo lugar en la galería Pace/MacGill de la ciudad neoyorkina.
Recién inaugurada la muestra, diCorcia no sospechaba que entre los 17 rostros había uno que iba a causarle uno de los mayores dolores de cabeza de su vida. No solo eso; la disputa judicial entre él y el personaje en cuestión tuvo en vilo a toda la comunidad de fotógrafos de calle de los Estados Unidos y, por extensión, del resto del mundo.
Erno Nussenzweig. Foto: Philip-Lorca diCorcia
Erno Nussenzweig no se tomó muy bien ser uno de los rostros ‘cazados’ en plena calle por diCorcia y ver su imagen expuesta a gran tamaño en una galería. Nussenzweig era un judío ortodoxo de Union City, Nueva Jersey, donde había ejercido de comerciante de diamantes antes de alcanzar la edad de jubilación.
Nada más ver su foto en la exposición, Nussenzweig montó en cólera y presentó una demanda contra Philip-Lorca diCorcia y contra la propia galería por exponer y comerciar con una imagen suya obtenida sin permiso. Solicitó también una orden judicial para detener las ventas del retrato en cuestión, así como una compensación de 500.000 dólares (443.000 euros) y de un millón y medio de dólares más (1.330.000 euros) por los denominados “daños punitivos” (esta figura no existe en el sistema judicial español ni en el europeo, es propia de Estados Unidos y es una especie de “castigo ejemplar, en forma de una cantidad de dinero enorme, que se concede al demandante con el propósito expreso de castigar al demandado, como lección, para que no vuelva a repetirlo, y para disuadir a otros, con el fin de que no sigan su ejemplo”).
En su demanda, Nussenzweig argumentó que el uso de la fotografía interfería con su derecho constitucional a practicar su religión, que prohíbe el uso de imágenes grabadas.
Foto: Philip-Lorca diCorcia
Jamás pensé que pudiera perder la demanda, pero ahora, a posteriori, creo que hubiera sido fácil perderla. Eso hubiera sido un auténtico desastre, explica diCorcia años después.
Parte de su argumento se basaba en que él era un refugiado judío ortodoxo que había venido a América para practicar su religión y que yo le estaba negando ese derecho porque había reproducido una imagen suya. Me demandó por comerciar con su imagen, poniéndola a la venta en una galería, y por utilizarla para publicidad (porque aparecía en los catálogos de las galerías y museos que la exhibían).
Cuando alguien llega a ese nivel de absurdo pierde toda la simpatía que pueda sentir por él. Me reclamaba 1,6 millones de dólares (1.4 millones de euros). No es fácil saber si en todo este lío había un cierto componente de cinismo, porque en Estados Unidos, y en demandas de este tipo, lo que sucede normalmente es que se llega a un acuerdo. Eso es así porque el coste de un proceso judicial es muy alto y generalmente dices: ‘Vale, no quiero pelear, te doy 100.000 dólares (88.000 euros)’. Y eso pasa continuamente, pero no fue mi caso.
Foto: Philip-Lorca diCorcia
La demanda fue desestimada por un juez de la Corte Suprema del estado de Nueva York que afirmó que el derecho de los fotógrafos a la expresión artística quedaba por encima del derecho de privacidad de un sujeto que estaba en un lugar público. Además, según el juez, la fotografía de diCorcia tenía un fin artístico y no uno económico, pese a que se vendieron 10 copias del retrato por las que se pagaron entre 20.000 y 30.000 dólares.
La sentencia supuso un gran alivio para la comunidad de fotógrafos de calle, pero, para algunos, el hecho de que la demanda se admitiera a trámite y que el caso llegara tan lejos era un síntoma preocupante.
Ahora es más difícil fotografiar en la calle como lo hacían Garry Winogrand, Diane Arbus y Robert Frank. El Departamento de Seguridad Nacional se te echa encima en un minuto. No puedes fotografiar puentes. No solo eso, sino que algunos edificios tienen copyright. Si tú estás grabando una película y el Empire State Building aparece al fondo, tienes que pagarles una suma de dinero, aunque estés a una milla de distancia. Por una parte es absurdo, y por otra resulta aterrador, subraya diCorcia.
Foto: Philip-Lorca diCorcia
Las leyes de derecho a la privacidad del estado de Nueva York prohíben el uso no autorizado de la imagen de una persona con fines comerciales, es decir, con fines publicitarios o lucrativos. Pero esas leyes se aplican si la imagen en cuestión se considera una obra de arte. Este fue, precisamente, el argumento utilizado por el abogado de diCorcia.
Lo que se estaba discutiendo en este caso era un tipo de uso que no se había probado antes con los principios de la Primera Enmienda como es la exhibición en una galería, la venta de impresiones de edición limitada y la publicación en la monografía de un artista, explica el abogado.
Intentamos de sensibilizar a la corte sobre la enorme cantidad de obras y expresiones artísticas que hoy día son famosas pero que el siglo pasado hubieran quedado aplastadas por la regla exigida por Nussenzweig.
Entre otros ejemplos, el defensor de diCorcia mencionó la famosa imagen de Alfred Eisenstaedt en la que un marinero besa a una enfermera en Times Square tomada en 1945, el día en que las fuerzas aliadas anunciaron la rendición de Japón.
The Kiss, 1945. Foto: Alfred Eisenstaedt
También citó el caso Hoepker v. Kruger (2002). En aquella ocasión, el fotógrafo de Magnum Thomas Hoepker y su amiga Charlotte Dabney, a la que había fotografiado, demandaron a la artista conceptual estadounidense Barbara Kruger por usar indebidamente el retrato de Dabney, titulado ‘Charlotte as seen by Thomas’ (Charlotte vista por Thomas). El trabajo de Kruger muestra a Dabney con el ojo derecho parcialmente agrandado por una lupa y con la frase “Es un mundo pequeño pero no si hay que limpiarlo”. Los demandantes alegaban que el trabajo violaba el derecho a la intimidad de Dabney y los derechos de autor de Hoepker. También demandaron a varios museos y salas de arte por exhibirlo.
Un juez de la corte federal de Nueva York falló a favor de Kruger, afirmando que, según la ley estatal y la Primera Enmienda, la imagen de la mujer no se estaba usando para fines comerciales, sino que su uso era meramente artístico.
Imagen: Barbara Kruger
También se citó una sentencia de 1982 en el que el Tribunal de Apelaciones de Nueva York falló a favor del New York Times en una demanda presentada por Clarence Arrington, un ciudadano anónimo cuya fotografía, tomada sin su conocimiento mientras caminaba en el área de Wall Street, apareció en la portada de The New York Times Magazine en 1978 para ilustrar un artículo titulado “La clase media negra está triunfando”.
Arrington denunció que la imagen se publicó sin su consentimiento para ilustrar una historia con la que no él estaba de acuerdo. El Tribunal de Apelaciones, por su parte, sostuvo que los derechos de la Primera Enmienda de The Times estaban por encima del derecho a la intimidad de Arrington.
Finalmente, y volviendo al litigio entre el rabino Erno Nussenzweig y el fotógrafo Philip-Lorca diCorcia, podemos decir tranquilamente que el arte salvó a la fotografía. Curiosamente, unos años antes, el propio diCorcia renegaba de su condición de artista.
Foto: Philip-Lorca diCorcia
Nunca me he dirigido a mí mismo hacia el mundo del arte, pero sí he ejercido de fotógrafo profesional desde que dejé la universidad. Trabajar para medios de comunicación me ha influido tanto como como el arte contemporáneo. Pero rechazo el trabajo artístico. Nunca me he definido a mí mismo como artista. Cuando la gente me pregunta, les digo que soy fotógrafo.
Cuando le preguntan qué hubiera hecho él le hubiera pasado lo mismo que a Erno Nussenzweig, diCorcia dice:
No sé si me gustaría encontrarme con una imagen de mi cara colgada en una galería o en un museo, pero me reafirmo en mi derecho a hacerlo. En el mundo en que vivimos, no puedes esperar tener intimidad en un sitio público, y menos en ciudades como Londres y Nueva York, plagadas de cámaras de vigilancia. Al final, de lo que se trata es de lo que tú haces con esas imágenes. No creo haber difamado a esas personas, ni siquiera tengo la sensación de haberlas captado de forma furtiva, como lo hizo Walker Evans o lo hacen otros fotógrafos. Yo no me escondo, no escondo mi cámara. Estaba investigando cosas, investigaba la naturaleza de lo azaroso, la posibilidad de crear un trabajo que resulte empático a pesar de no relacionarte con las personas a las que fotografías… Intentaba hacer cosas diferentes. La casualidad era mi amiga y mi enemiga al mismo tiempo. (…) Me lo tomé como un trabajo. Iba allí y estaba unas cinco o seis horas al día haciendo fotos antes de volver a casa. El mayor reto no era hacer una buena foto, sino hacer una que fuera diferente del resto (…). Yo no intentaba esconderme de ellos, intentaba mostrar cómo ellos intentaban esconderse de todos los que les rodeaban.
Foto: Philip-Lorca diCorcia
Y parece que diCorcia logró algunos de sus objetivos. En un artículo sobre la exposición publicado en el New York Times, el crítico Michael Kimmelman escribió:
Las fotos del señor diCorcia nos recuerdan, entre otras cosas, que cada uno de nosotros somos nuestro pequeño universo de secretos, y que somos vulnerables. El buen arte te hace ver el mundo de manera diferente, al menos por un tiempo, y después de ver las nuevas ‘Cabezas’ de diCorcia, en las próximas horas no volverás a tener la misma actitud ausente de siempre cuando te cruces con un extraño en la calle.
*NOTA: Los casos que se citan se juzgaron y regularon bajo las leyes de Estados Unidos. Para saber cómo está la legislación en el caso de España, podéis consultar, entre otros, los siguientes artículos:
Concurso Social 2020
Una postal desde Berlín: historia y fotoperiodismo
Por Tamara Crespo
Nuestros amigos Fernando Sanz y Marta Amorós nos envían desde Berlín una postal muy especial. Fernando es fotoperiodista y ha elegido una imagen icónica del fotoperiodismo, «El salto de Hans Conrad Schumann». Se trata de una fotografía tomada el 15 de agosto de 1961, recién comenzada la construcción del Muro de Berlín, en la calle Bernauer. La instantánea recoge el momento en el que el entonces joven soldado del Ejército Popular Nacional de la República Democrática Alemana, salta por encima de las alambradas, aún con su fusil al hombro, que soltaría en ese mismo instante, para introducirse a continuación en una furgoneta que le estaba esperando. El fotógrafo que captó el momento exacto del salto, Peter Leibing, trabajaba como pasante para la agencia Contiepress de Hamburgo y el propio Fernando recordaba -tal como hemos visto contar en un video grabado en 2012 por Deutsche Welle a su viuda, Ruth Leibing-, que había trabajado en su ciudad como fotógrafo en carreras de caballos, lo que le ayudó a captar ese momento con especial maestría: «Solo tenía tiempo de disparar una foto, y lo hizo en el momento justo», explica la mujer. La imagen no tardó en dar la vuelta al mundo, como la representación de un «salto a la libertad», y con el tiempo llegó a ser declarada Patrimonio histórico documental de la Unesco.
Curiosamente, cuando buscaba en internet cosas sobre postales y Berlín, me he encontrado con un artículo de Juan Ángel Vela del Campo publicado por El País el 2 de febrero de 2001 que refleja muy bien por qué #nosencantarecibirpostales. Se titula así, Una postal desde Berlín, y dice:
«Las tarjetas postales son un refugio de un estilo epistolar en días difíciles, ante la rapidez, comodidad y otras ventajas funcionales de un correo electrónico en irreversible expansión. Se escribe hoy menos con la letra propia y es una lástima, porque se va perdiendo, romanticismos aparte, una forma de comunicación personal y en cierto modo estética por la personalidad del trazo íntimo de cada uno. Las postales, en cualquier caso, sobreviven. Su tamaño limitado fuerza la síntesis, con lo que normalmente se expresa a través de ellas un sentimiento, una complicidad, una añoranza o simplemente la urgencia de compartir un momento. Se recurre a ellas cuando se está fuera de las rutinas cotidianas y, en particular, en los viajes. Hasta cierto punto, las humildes postales se están convirtiendo en un tipo de resistencia contra la globalización.»
Toda esa fuerza de la letra manuscrita, de los sellos y matasellos, del fotoperiodismo, una de las especialidades de la librería Primera Página, y el cariño de nuestros amigos, llega a través de esta tarjeta, en la que algo nos dice que la artística forma de escribir la dirección lleva la firma de Marta, que es pintora. No nos cansaremos de decirlo: nos encanta recibir postales y nos encantan los amigos de Primera.