FECHA: Del 24 de septiembre de 2020 al 10 de enero de 2021
LUGAR: Sala 1 y Sala 2
El trasunto de esta exposición, que reúne fotografías de una veintena de artistas, se encuentra en la excepcionalidad de lo que ha venido sucediendo desde aquellos meses tremendos de la pasada primavera que vivimos con verdadera estupefacción. El proyecto, que lleva por título “La ciudad inaudita”, nace de la lectura de los periódicos durante el confinamiento y del encuentro con las imágenes que ilustraban sus noticias. Los profesionales de la fotografía que habían trabajado en servicios esenciales se habían enfrentado a una ciudad en unas condiciones insólitas, especialmente en los días de la llamada hibernación de finales de marzo. Contaban los fotógrafos –en conversaciones que han sido fundamentales para la forja de esta exposición- que el extrañamiento con el que caminaban por la ciudad vacía era, cuando menos, turbador. La “ciudad inaudita” es, decididamente, la ciudad en la que no sabíamos que vivíamos.
La exposición está dedicada a Valladolid pues es un homenaje a la ciudad por parte de quienes trabajan de forma profesional en el campo de la fotografía. En ella conviven trabajos de fotógrafos artistas y también de fotógrafos periodistas, y sitúa bajo una misma luz y en un mismo espacio imágenes realizadas desde una perspectiva estética y otras tomadas con ánimo informativo.
La relación que se trenza entre los trabajos de los gráficos y de los artistas, entre los que no establecemos en la exposición distinción alguna, ha arrojado luz sobre cuestiones de enorme interés, muchas de ellas imprevistas, y ha favorecido la aparición de un conjunto de reflexiones en torno a la imagen contemporánea que se ha situado, tal vez de forma insospechada, en el centro de nuestro discurso. ¿Cómo y a qué ritmo circulan las imágenes en los medios de comunicación? ¿Cuál es la vida de una imagen en función de su contexto, impreso o digital, o de si va acompañada por un texto? ¿Cómo funciona el ojo subconsciente de un fotógrafo? Son cuestiones que asaltan al visitante en su encuentro con unas fotografías que pretenden cuestionar el estatus contemporáneo de la imagen.
Desde la perspectiva de la imagen fotográfica, la pandemia ha obligado a fotógrafas y fotógrafos a hacerse preguntas ligadas a la ética periodística o, para ser más precisos, a la mitigación del posible dolor que puedan desprender las imágenes que afloran en torno al trauma, de acuerdo a un pacto tácito para no ofender a determinadas sensibilidades que no ha hecho sino alejarnos de lo real. Un sentir unánime entre los gráficos que han cubierto la ciudad en tiempos de pandemia, sobre todo en las semanas de confinamiento, ha sido la frustración por no haber podido acercarse al corazón del problema. En vez de imágenes, los medios de comunicación han inundado sus espacios de contenido estadístico que lejos de acercarnos al problema han enturbiado la verdad de los hechos. Muchas veces indescifrables, dichas estadísticas, que muestran evoluciones e involuciones de curvas y complejas nubes de datos, han sido nuestra única ventana a la realidad de este virus inclemente, hurtándosenos también el siempre apreciado aura de la fotografía.
La exposición se articula en torno a los temas que con mayor frecuencia han aparecido entre los cientos de fotografías que hemos visionado. La ciudad desierta, las nuevas interacciones sociales, el concepto de limite, las actividades profesionales de carácter esencial, el triunfo de la naturaleza sobre lo urbano, la dicotomía entre el adentro y el afuera y entre la luz y la sombra, una dualidad, ésta última, que tiene especial relevancia como metáfora del lenguaje fotográfico. Muchos de ellos aparecen entreverados. Asomémonos, por ejemplo, al concepto de límite. De un lado alude a un interés mostrado por la representación de las lindes de la ciudad, la fina línea que separa lo urbano de lo natural, y, de otro, remite a esos otros limites, más o menos tangibles, que han afectado a la ciudadanía, con espacios precintados o restricciones horarias. La relación entre el interior y el exterior, tan marcada durante el confinamiento, abre la puerta a otro conjunto de motivos iconográficos, así las nuevas interacciones sociales o el que tal vez ha sido el más recurrente en nuestro imaginario colectivo: las ciudades desiertas. De nuestras calles vacías se deriva también otro de los temas centrales, las actividades esenciales, de las que han participado también muchos de los artistas que participan en esta exposición.
“La ciudad inaudita” es una exposición de fotografía producida íntegramente por el Museo Patio Herreriano gracias al apoyo de la Fundación Municipal de Cultura y quiere ser una contribución al tejido cultural de la ciudad. En la vocación de nuestra institución de pulsar la realidad de nuestro presente, no podíamos dejar de enfrentarnos a la crisis más acuciante de las últimas décadas. Nos servimos para ello de la fotografía, presuntamente considerada como el medio más eficaz para capturar verdades objetivas, para acercarnos a esta realidad, y en nuestro camino encontramos fallas y contradicciones que amplían y enriquecen su sintaxis.