Todos sabemos que, por culpa del coronavirus, no es el mejor momento para las artes escénicas, pero eso no significa que nos olvidemos de ellas ni que podamos disfrutar de su belleza, aunque sea de otra manera. Por ejemplo, a través de las elegantes fotografías de bailarinas de ballet creadas por Levente Szabó.
Levente es un fotógrafo húngaro, afincado en Moscú y especializado en fotografiar bailarinas. Comenzó en el año 2013 haciendo foto de viaje, retrato, producto y alimentos pero, nos cuenta, “siempre sentí que necesitaba hacer algo más artístico. En 2015 me invitaron a tomar unas fotos de bailarinas en San Petersburgo, y fue cuando me me di cuenta de que me encantaba el tema.”
“Me mudé a Moscú —continúa— que es un gran lugar para artistas y fotógrafos. Ahora estoy trabajando con bailarines famosos en Rusia y Ucrania, y también enseño fotografía y retoque (vía online) tanto a principiantes como profesionales.”
Tratando de “crear algo artístico y único”, el fotógrafo define sus imágenes como “un reflejo de mi mundo interior”. Sea como fuere, quizá te interese saber que sus sesiones suelen ser improvisadas “en la mayoría de los casos”, que utiliza una Sony A7R III, y que sus fotos pasan por un proceso de retoque que, para él, “es una gran aventura […] mi actividad favorita de tiempo libre.”
Para Levente, el secreto del éxito de un fotógrafo que se dedica a esto es conseguir un estilo propio que le defina, algo que a nuestro parecer, por lo que vemos en las fotos, está consiguiendo ¿No os parece?
Una vez más la AFV se complace en invitarles a un nuevo JUEVES FOTOGRÁFICO. En esta ocasión el audiovisual «COLECTIVA 2020». Con la participación de un buen número de socios.
La Fundación Canal presenta “Magnum: El cuerpo observado”, una exposición que reúne 136 imágenes en las que 14 de los más destacados fotógrafos de la agencia Magnum Photos centran sus objetivos en el cuerpo humano como forma de expresión, tanto de los fotógrafos como de los propios sujetos fotografiados. A través de estas fotografías, los autores reflexionan sobre una amplia variedad de temas como la intimidad, la identidad, la sexualidad o cómo la distintas estructuras sociales y culturales determinan la forma de representar y entender el cuerpo humano.
El cuerpo es un tema fundamental a lo largo de la historia del arte. La aparición de la fotografía a mediados del siglo XIX abrió nuevas posibilidades de enfrentarse a la representación de la figura humana, ampliando el repertorio de temas, composiciones y tipologías. En este sentido, esta muestra explora cómo los fotógrafos de Magnum Photos han abordado la visión del cuerpo desde 1930 hasta la actualidad. Las imágenes buscan trascender la mera labor documental, para exponer aspectos característicos de las vidas y personalidades de los sujetos retratados a través de una profunda interacción con su fisicidad.
La exposición incluye imágenes de :
Eve Arnold (Filadelfia, EE.UU, 1912 – Londres, Reino Unido, 2012). Olivia Arthur (Londres, Reino Unido, 1980). Werner Bischof (Zurich, Suiza, 1916 – Trujillo, Perú, 1954). Antoine D’Agata (Marsella, Francia, 1961). Bieke Depoorter (Cortrique, Bélgica, 1986). Cristina Gª Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 1949). Bruce Gilden (Nueva York, EE.UU, 1946). Philippe Hallsman (Riga, Letonia, 1906 – Nueva York, EE.UU, 1979). Tim Hetherington (Birkenhead, Reino Unido, 1970 – Misurata, Libia, 2011). Herbert List (Hamburgo, Alemania, 1903 – Múnich, Alemania, 1975). Susan Meiselas (Baltimore, EE.UU, 1948). Miguel Rio Branco (Las Palmas de Gran de Canaria, 1946). Alessandra Sanguinetti (Nueva York, EE.UU, 1958). Alec Soth (Minneapolis, EE.UU, 1969).
Comisarias: Monserrat Pis Marcos (Sainsbury Centre) y Emily Graham (Magnum Photos) La exposición organizada en colaboración con el Sainsbury Center y Magnum Photos.
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Nació en 1928 en Barcelona y murió en 2009 en Pontevedra. Fue pintor antes que fotógrafo, cómo no. De familia técnica, él terminó pintando cuadros al óleo con las dos manos. Así que se terminó buscando un empleo de ilustrador en Barcelona, donde trabajó con uno de los más grandes caricaturistas de la época. Pero la fotografía llamó a sus puertas al mismo tiempo que tarareaba el ritmo del jazz que conoció clandestinamente en la ciudad (una música prohibida por la dictadura).
Barcelona 1957
Se apuntó a la Agrupación Fotografíca de Cataluña. Era la época del salonismo, donde primaba la técnica y el tipo de cámara por encima del sentimiento (me suena esta forma de ver la fotografía). Así que la naturaleza fue juntando a aquellos aficionados (no había escuelas ni talleres para aprender) que querían salir del atolladero cultural y empezaron a pasarse revistas extranjeras y a redescubrir a los maestros de antes de la guerra, como Catalá Roca.
Con estos amigos terminó fundando el grupo Afal en los años 50. Muchos vieron la oportunidad de profesionalizarse. Pero él ya tenía una familia con tres hijos y no quiso arriesgarse. Siguió con su empresa y a cambio fue uno de los más firmes defensores del cambio en la mentalidad del que hoy somos deudores todos los fotógrafos.Barcelona 1957
Uno de los aspectos que marcó su carrera fue la fidelidad a los temas: en la exposición podemos ver sus cruces, sus semanas santas, la vida, el Carnaval y la muerte. Y siempre con un estilo perturbador, directo, contrastado y sin un ápice de paternalismo ni crueldad. Quizás con ironía. Las cosas son como son. El espectador es el que verá, según su forma de ser, si el fotógrafo es cruel o un fiel amigo.Barcelona 1958
Y lo mejor de todo es que nunca se repite. Su fotografía tiene dos periodos: de 1955 a 1969 y de 1982 a 2005. Siempre con la Tri X (película de blanco y negro que aguantaba todo) cargada. Durante esos diez largos años en blanco perdió las ganas de disparar. Pues bien, no se notan los diez años de inactividad. Él mismo era el estilo. No era una pose ni algo estudiado. Nació fotógrafo.
Son 110 fotografías en blanco y negro. Con película TriX, con negativos de Hasselblad y Leica. Algunas muy grandes, perfectas, como sus dos trabajos más conocidos, el niño con la vela partida o la famosa niña bizca de comunión. En ningún momento sigue un hilo cronológico. .
Seguro que después de ver sus fotografías, tomadas con un angular, en un poderoso y contrastado blanco y negro, directas con un toque de ironía, saldrás con ganas de pillar tu cámara y conseguir algo que se acerque al trabajo de Ricard Terré.
Hemos hablado en variadas ocasiones de Photopills, una herramienta de origen español que lleva años con nosotros y se ha consolidado entre los fotógrafos. Y es que, entre otras utilidades, permite planificar las tomas sabiendo las horas y lugares de salida y puesta del sol y la luna. Una característica que, sin duda, fue muy útil para realizar las fotos que os mostramos, ganadoras del certamen PhotoPills Awards 2020.
Un concurso abierto para todos los usuarios de la app, cuya participación es gratuita y que premia con hasta 6.600 dólares en metálico a los ganadores y su inclusión en el libro PhotoPills Awards. En total son 36 fotografías premiadas que «la comunidad de PhotoPills ha imaginado, planificado y capturado en 2020» y que llaman la atención con deslumbrantes fotos de atardeceres y amaneceres o de la Vía Lactea, todas ellas encuadradas en tres categorías, Fotografía nocturna, Fotografía de Luna y Fotografía del Sol.Velero durante un atardecer Omega capturado en Valencia (España) de Toni Sendra (@sendratoni)
Pero la que se lleva tres mil dólares en efectivo, al haberse hecho acreedora del título «PhotoPiller del año» es una «vieja conocida». No, no es la imagen de portada (obra de Kike Bustos y que hemos elegido por ser un homenaje a la famosa película) sino la que tenéis aquí encima y que tal vez os suene también. Su título es ‘The Omega Sun’ y su autor, Toni Sendrános contó hace unos meses cómo realizo está fabulosa imagen que llamó la atención incluso de la mismísima NASA.
Ganador absoluto de los Photopills Awards 2020
‘The Omega Sun’ de Toni Sendra:
Velero durante un atardecer Omega capturado en Valencia (España) de Toni Sendra (@sendratoni). Canon 5D Mark IV | 400mm | f/8 | 1/4000s | ISO 800
Las 36 mejores fotos de 2020
‘Salida de Sol en Nynäshamn’ de Philip Slotte
Hombre fotografiado desde una cueva durante la última salida de Sol de 2019 en Nynäshamn (Suecia) de Philip Slotte (@philipslotte). Nikon D810 | 16mm | f/16 | 1/13s | ISO 100
‘Star Trails en el camino’ de Marcin Zajac
Star trails sobre Bixby Bridge en la Pacific Coast Highway en Central California (EE. UU.) de Marcin Zajac (@mrcnzajac). Nikon D600 | 15mm | f/4 | 5min | ISO 100 | Fotos apiladas
‘La Luna y los molinos de viento de Consuegra’ de Juan López Ruiz
Salida de Luna del 11 de diciembre de 2019 sobre los molinos de viento de Consuegra (España) durante el atardecer de Juan López Ruiz (@j.lopez1989). Nikon D750 | 600mm | f/11 | 1/25s | ISO 100
‘Eclipse solar’ de Michael Ostaszewski
Hombre bajo el eclipse solar en los Andes (Chile) de Michael Ostaszewski (@michael_ostaszewski). Canon 5D Mark IV | 800mm | f/8 | 1/100s, 1/50s, 1/25s, 1/13s, 1/6s, 1/3s, 0,6s | ISO 800
‘Reflejo de la Vía Láctea sobre Uyuni’ de Jheison Huerta
Hombre bajo la Vía Láctea reflejada en el Salar de Uyuni (Bolivia) de Jheison Huerta (@jheison_huerta). Canon 5D mark IV | 16mm | f/2.8 | 20s | ISO 6400
‘Luna llena tras la Catedral de Mallorca’ de Jaume Llinàs
Luna Llena con la Catedral de Mallorca (España) de Jaume Llinàs (@ja1met). Sony a7 III | 560mm | f/8 | 1/40s | ISO 1600
‘Luz cenicienta roja’ de Yuri Beletsky
Luz cenicienta durante el crepúsculo sobre una silueta de la vegetación en el sur de Chile de Yuri Beletsky (@yuribeletsky). Nikon D810a | 200mm | f/5.6 | 1/20s | ISO 400
‘Bivouac bajo la nieve y la Vía Láctea’ de Pablo Ruiz García
Bivouac en la nieve bajo la Vía Láctea, cerca del Refugio Verónica en Picos de Europa (España) de Pablo Ruiz García (@pablo.ruizgarcia). Nikon D810 | 14mm | f/2.8 | 25s | ISO 6400 | 3800K
‘Torre Spinaker al atardecer’ de Trevor Owen
La Torre Spinaker de Portsmouth al atardecer desde Hayling Island (Reino Unido) de Trevor Owen (@tre_o_photo). Sony a7R III | 500mm | f/9 | 1/4000 | ISO 125
‘Circumpolar de color’ de Mario Konang
Circumpolar sobre algunos árboles de Mario Konang (@lightrecords_mario_konang). Sony a7 III | 15mm | f/2.8 | 30s | ISO 3200 | 505 fotos apiladas
‘Puesta de Luna tras Monserrat’ de Miquel
Puesta de Luna tras la montaña de Montserrat de Miquel (@somriualacamera). Canon EOS 80D | 300mm | f/6.3 | 1/500s | ISO 800
‘Salida de Sol en Caddell’s Folly’ de Trevor Owen
Salida de Sol sobre Caddell’s Folly en Naul (Meath, Irlanda) de Trevor Owen (@breaking_light_pictures). DJI Mavic Pro 2 | 28mm | f/3.5 | 1/200s | ISO 100
‘Arco de la Vía Láctea sobre el refugio Grignetta’ de Stefano Pellegrini
Arco de la Vía Láctea sobre el refugio Grignetta en los Alpes de Bergamo (Italia) de Stefano Pellegrini (@pels_photo). Nikon D850 | 20mm | f/1.8 | 30s | ISO 4000 | Filtro Haida Clear Night
‘Parishenge en el Arco del Triunfo’ de Carole Coiffier
Parishenge en el Arco del Triunfo en París (Francia) de Carole Coiffier (@carole_coiffiercolas). Nikon D850 | 200mm | f/8 | 1/8000s | ISO 160
‘Luna llena tras el mirador del Edge NYC’ de Jeff Casey
Luna llena tras el mirador del Edge NYC en Nueva York (EE. UU.) de Jeff Casey (@jeffrcasey). Nikon D850 | 390mm | f/9 | 1/50s | ISO 64
‘Vía Láctea sobre un arco de roca’ de Pablo Ruiz García
Vía Láctea sobre un arco de roca en Picos de Europa (España) de Pablo Ruiz García (@pablo.ruizgarcia). Nikon D810 | 14mm | f/2.8 | 25s | ISO 6400 | Panorámica de 2 filas (primer plano) y panorámica de 1 fila (cielo)
‘Siluetas de eclipse solar’ de Kareem Khalaf
Siluetas junto al eclipse solar de Kareem Khalaf (@kareemkhalaf_photography). Nikon D850 | 800mm | f/22 | 1/1000s | ISO 100 | ND 10 pasos
‘Silueta de Luna’ de Paco Farero
Silueta de Luna en La Pedriza (España) de Paco Farero (@paco_farero). Canon 5D Mark IV | 840mm | f/13 | 1/400s | ISO 3200
‘Cometa Neowise sobre Heastone Rock’ de Chris Olivas
Cometa Neowise sobre Heastone Rock en Josua Tree National Park (California, EE. UU.) de Chris Olivas (@cholivas). Sony a7S II | 200mm | f/4 | 10s | ISO 12800
‘Luna llena y Júpiter con sus lunas’ de Dani Sanz
Luna llena y Júpiter con sus lunas sobre la silueta de un escalador en La Pedriza (España) de Dani Sanz (@danisanzfoto). Canon 6D Mark II | 300mm | f/5.6 | 1/15s (foreground), 1/60s and 1/125s (Moon) | ISO 3200 | Multiplicador 2x | Fusión de 3 tomas
‘Efecto estrella tras el Sassolungo’ de Davide Donati
Efecto estrella tras el Sassolungo en los Dolomitas (Italia) de Davide Donati (@xandet). Nikon D750 | 30mm | f/13 | 1/100s | ISO 100
‘Cometa Neowise sobre Stonehenge’ de Declan Deval
Cometa Neowise sobre Stonehenge de Declan Deval (@decsphotos). Canon Ra | 150mm | f/5 |15s (foreground) and 30s (sky) | ISO 1600
‘Luna llena saliendo tras el Faro de Cape Byron’ de Bob Charlton
Luna llena saliendo tras el Faro de Cape Byron en Byron Bay (New South Wales, Australia) de Bob Charlton (@oz_nippon_images). Canon 5D Mark IV | 1200mm | f/13 | 1/125s | ISO 1000
‘Sol poniéndose tras la Virxe Do Porto’ de Daniel Viñé
Sol poniéndose tras la ermita de Virxe Do Porto en Valdoviño (España) de Daniel Viñé (@danielvgphoto). Sony a7R III | 12mm | f/16 | horquillado de la velocidad | ISO 100
‘Arco de la Vía Láctea sobre el castillo de Barcience’ de Luis Cajete
‘Luna llena tras el campanario’ de Josep Benejam Enrich
Luna llena tras el campanario de la Catedral de Menorca (España) de Josep Benejam Enrich (@j.benejam). Nikon D7100 | 400mm | f/5.6 | 1/4s | ISO 280
‘Luna llena sobre una chimenea industrial’ de Jesús Manzaneque
Luna llena sobre una chimenea industrial en España de Jesús Manzaneque (@forilmanza). Nikon D500 | 600mm | f/6.3 | 1/100s | ISO 400
‘Siluetas de atardecer’ de Amit Solanki
Siluetas durante la puesta de Sol en Bombay (India) de Amit Solanki (@vasco_di_gama). Nikon D3500 | 90mm | f/7.1 | 1/250s | ISO 200
‘Vía Láctea al final del camino’ de Jaime Gil
Vía Láctea vertical al final del camino en Yecla (España) de Jaime Gil (@jamesgilro). Canon 6D | 35mm | f/1.4 | 10s | ISO 2500
‘Salida de Sol tras el One World Trade Center’ de Alyssa
Salida de Sol tras el One World Trade Center (Nueva York, EE. UU.) de Alyssa (@amc811.photos). Sony a7R III | 600mm | f/6.3 | 1/4000s | ISO 100
‘Vía Láctea alineada con las Salinas de Fuencaliente’ de Pablo Ruiz García
Vía Láctea vertical alineada con las Salinas de Fuencaliente (La Palma, España) de Pablo Ruiz García (@pablo.ruizgarcia). Nikon D810 | 14mm | f/2.8 | 25s | ISO 6400
‘Luna llena saliendo tras los molinos de viento de Campo de Criptana’ de Jesús Manzaneque Arteaga
Luna llena tras los molinos de viento de Campo de Criptana (España) de Jesús Manzaneque Arteaga (@forilmanza). Nikon D500 | 600mm | f/6.3 | 1/25s | ISO 100
‘Erupción solar’ de Mariano Srur
Erupción solar capturada en Chile de Mariano Srur (@marianosrur). Sony a7R IV | 600mm | f/11 | 1/60s | ISO 100 | 5875K
‘Petroglífos de nativos americanos bajo las Gemínidas’ de Igal Brener
Petroglífos de nativos americanos bajo la lluvia de estrellas de las Gemínidas (Nuevo México, EE. UU.) de Igal Brener (@igal_photo). Sony a7R III | 28mm | f/2.8 | 10s | ISO 1600
‘Silueta de Elliott y E.T. tras una Luna llena’ de Kike Bustos
Silueta de Elliott y E.T. tras una Luna llena (Madrid, España) de Kike Bustos (@kikebustos.fotografia). Canon EOS 77D | 600mm | f/11 | 1/6s | ISO 800
Igualdad, identidad, acoso, discriminación, maltrato e invisibilización, cada una de las fotografías que vamos a ver reflejan diferentes caras de un mismo espejo: aquel en el que las mujeres nos hemos visto reflejadas, a veces de forma privada, otras pública, otras en ambas esferas, a lo largo de 100 años.
Además, cada una de esas fotos está firmada por una fotógrafa diferente, grandes y reconocidas profesionales que, a diferencia de otras muchas, tienen su lugar, ellas sí, en la historia de la fotografía. Mujeres que, a veces de forma inesperada, captaron realidades no muy diferentes en diferentes momentos históricos; mujeres que hicieron de la cámara su pasión, su modo de vida, su profesión y, sobre todo, su forma de estar en el mundo, un lugar hostil al que desafiaron mostrando su cara oculta, realidades que o bien se aceptaban y fomentaban bajo el manto de la costumbre, la tradición o la cultura, o que directamente se negaban y borraban.
De alguna manera, y con estas imágenes, estas fotógrafas nos permiten recorrer un camino que comienza en 1896 y termina con la llegada del nuevo siglo, en 2000. Es curioso comprobar como todas y cada una de las situaciones que esas fotos reflejan, desde la más antigua a la más moderna, siguen de plena actualidad ya bien entrado el siglo XXI. Veámoslas.
‘SELF-PORTRAIT AS A NEW WOMAN’, de Francis B. Johnston (1896)
El de Francis B. Johnston (1864-1952) es de esos nombres que nos hace dudar cuando lo oímos, suena aristocrático, a escritora decimonónica o a profesora universitaria de Literatura, puede que incluso a poetisa maldita, quién sabe. Y eso debería preocuparnos porque Johnston está considerada la primera fotorreportera de la historia y una pionera en hacerse un hueco en el masculinizado mundo de la fotografía profesional. Todo eso lo hizo, además, antes de terminar el siglo XIX.
Su famoso autorretrato refleja muy bien cuál fue su actitud ante la vida y ante las limitaciones impuestas a las mujeres en todas las áreas de la vida, no solo en lo profesional, en aquella sociedad que se asomaba al nuevo siglo.
“Autorretrato como una nueva mujer” es toda una declaración de intenciones, aunque algunos de los importantes detalles y gestos que contiene puede que hoy en día se nos escapen. En aquella época, retratarse al lado del hogar o fuego bajo era algo típicamente masculino, como lo era la propia pose de Francis, con una pierna sobre la otra y dejando a la vista media pierna y la enagua bajo su falda. Lo es también el propio acto de fumar, su forma de sujetar el cigarro y la manera en que su codo se apoya en la rodilla de forma que el torso se inclina hacia delante. En la otra mano sujeta una jarra de cerveza.
Johnston era muy meticulosa en su trabajo y nada en esta imagen está dejado al azar. Utiliza los contrastes entre zonas oscuras y zonas claras para hacernos fijar la vista donde a ella le interesa y asegurarse así que de que el efecto de la imagen y su mensaje sean captados por quienes la miren.
Un ejemplo muy claro es el de las enaguas, que enmarcan sus piernas “desnudas”, es decir, desprovistas de la recatada y obligada protección de la falda. Su rostro, la jarra de cerveza y el cigarrillo componen un triángulo a modo de tres puntos de luz cuyo objetivo es también llamar nuestra atención.
Otro punto estratégico que atrae nuestra mirada lo forman las fotografías familiares sobre la repisa de la chimenea. La propia línea horizontal de la repisa y la zona oscura que forma contrasta claramente con la claridad de los retratos. Todos los que aparecen en esas fotos son hombres. El mensaje es claro y para nada sutil: en el hogar, en la familia, es el hombre al que se venera y reconoce.
La lectura de la foto está dirigida de una forma muy concreta: de su rostro a sus piernas, y de estas a las fotografías de la chimenea. Después de eso es cuando el resto de detalles ganan presencia y significado: la jarra, el cigarrillo, la postura…
El resto de objetos de la escena son parte de la personalidad y de la figura de la propia Francis, de su identidad construida: jarrones, figuras y demás objetos que enmarcan y acompañan a la fotógrafa no son meros ornamentos, son objetos adquiridos por ella misma durante sus viajes como fotorreportera. Ni siquiera el fuego que arde en la chimenea se vería como algo casual, su llama y su calor apuntan directamente al cigarrillo de Johnston, y viceversa. Ese fuego, que es uno de los símbolos universales del hogar y del calor de la familia, no se ve nítido, sino algo borroso, adelantando quizá la forma en la que irán difuminándose y cambiando los propios roles que sostienen la idea de hogar y familia tradicional, empezando por el de la mujer. La llama que quema el cigarrillo, en cambio, no se percibe más allá de la ceniza de la punta, símbolo de la trasgresión y de la llama incipiente del cambio que se avecina y que vendrá de manos como la que sostiene el pitillo.
Francis B. Johnston fue también la autora de un texto histórico en la relación entre mujer y fotografía, un artículo titulado “Lo que una mujer puede hacer con una cámara”. Publicado en el Ladies’ Home Journal, Johnston lo escribió a los 34 años y en él daba una completa serie de consejos para que las mujeres de su época se dedicaran a la fotografía, un campo en el que no estaba mal visto que se ganaran la vida. Más tarde, con la profesionalización, vendría también la masculinización de la profesión y la consecuente discriminación hacia las mujeres.
Leído en pleno siglo XXI, puede resultar algo ingenuo e incluso infantil, pero en 1897 fue el punto de partida para que muchas mujeres encontraran su propio camino y disfrutaran de una independencia económica, artística y vital que hasta entonces les había sido negada. Johnston no hizo sino plasmar en papel su propia experiencia. Ella misma fue el mejor ejemplo de la libertad que la fotografía como profesión podía otorgar a las mujeres.
Para una mujer enérgica y ambiciosa, incluso si sus oportunidades son pequeñas, el éxito siempre es posible, y el trabajo duro, inteligente y concienzudo puede llevarnos a obtener grandes resultados, aunque los comienzos sean humildes.
Pero, sobre todo, ten recursos, hazlo lo mejor que puedas con lo que tengas a tu disposición, hasta que puedas tener el equipo con el que sueñas. La combinación de recursos, sentido común, buen gusto y trabajo duro raramente falla en un país como el nuestro, donde una mujer solo necesita el coraje para dar el primer paso y una profesión adecuada a su talento y a su capacidad de éxito.
‘I’M IN TRAINING, DON’T KISS ME’, de Claude Cahun (1927)
La reivindicación y superación de las identidades de género es algo que hoy, en pleno siglo XXI, está a la orden del día. Pero, a pesar de lo que pueda parecernos, esta reivindicación no es tan moderna ni tan novedosa como seguramente nos parece. Ya en los años 20, una fotógrafa llamada Claude Cahun (1894-1954), hizo de la ambigüedad y de lo no-binario su razón de ser tanto vital como artística. Fue, en todos los sentidos, una adelantada a su época.
André Breton, fundador del Surrealismo, la describió en su día como “uno de los espíritus más curiosos de nuestro tiempo”. Sin embargo, Cahun era la única artista de la citada corriente que expresó públicamente un género que ahora nos referimos como “no binario”, en un momento, primer tercio del siglo XX, en el que los sexólogos apenas estaban comenzado a tratar y estudiar el tema de la transexualidad.
Sin embargo, esa idea de ir más allá de lo femenino y lo masculino no formó parte, ni siquiera testimonial, del movimiento surrealista, a pesar de su manifiesta oposición a las normas sociales que regían la época. Es cierto que Marcel Duchamp, una de las figuras clave en el desarrollo del surrealismo, se creó un alter ego femenino, una mujer llamada Rrose Sélavy, y que fue fotografiado como mujer por Man Ray, aquello no tenía ningún afán reivindicativo ni de denuncia.
El autorretrato era una de las notas distintivas de la fotografía de Claude Cahun. Se definía a sí misma como “neutral”, y esa neutralidad se reflejaba en sus autorretratos, que causaban perplejidad y confusión. Como hombre daba una imagen afeminada, y como mujer, resultaba masculina.
La fotografía que he escogido para este post es prueba de ello. Se titula “Me estoy entrenando, no me beses” y se hizo en 1927. En ella, Cahun mezcla atributos típicamente masculinos y femeninos, y otros, como los pezones falsos cosidos con hilo, claramente performativos. El ejercicio físico, y más con pesas, era cosa de hombres, como lo era entonces el peinado y la ropa que lucía. No así su postura corporal ni la gestualidad de su rostro, claramente femeninos. Lo masculino y lo femenino se entremezclan hasta fundirse en un todo imposible de definir a través de códigos tradicionales. Y ese era, precisamente su objetivo; no definirse de forma concreta, porque toda definición limita y ese concepto de límite y frontera era una de las cosas contra las que Cahun luchaba. Se trataba de explorar su identidad, no de definirla ni clasificarla. Por eso jugaba y transformaba su propia imagen, lo mismo se retrataba como un deportista entrenando, que se caracterizaba como Buda o una muñeca, o jugaba a colocarse máscaras. La identidad, nos dice Cahun, es como una máscara, algo cambiante e intercambiable.
Con autorretratos como éste y la utilización de máscaras tanto físicas como metafóricas, Cahun reivindica el derecho no tanto a autodefinirse como a mutar dentro de esa autodefinición, y a hacerlo tantas veces como sea necesario sin tener que sufrir ningún perjuicio social, político ni, por supuesto, cultural por ello. La identidad es así una construcción en constante mutación.
Cahun nació en Nantes, Francia, como Lucy Schwob, en el seno de una familia judía acomodada. De niña conoció a la que sería su pareja, Suzanne Malherbe, que fue la que disparó la cámara en muchos de sus autorretratos y que cambió su nombre por el de Marcel Moore. Curiosamente, además de ser pareja acabaron siendo hermanastras, ya que el padre de Claude se casó en segundas nupcias con la madre de Marcel.
Su condición transgresora (y sumamente incómoda para la sociedad de la época, aun siendo artista) y lo controvertido de su obra hicieron que no obtuviera un verdadero reconocimiento hasta 1992, casi 40 años después de su muerte. Cahun y su obra, así como su forma de entender la identidad, fueron unas adelantadas a su tiempo; su particular baile de máscaras hubiera sido mejor entendido y valorado hoy en día, casi 100 años después.
Recuerdo que era Carnaval. Había pasado mis horas de soledad disfrazando mi alma. Las máscaras eran tan perfectas que cuando sus caminos se cruzaron en el gran cuadrado de mi conciencia no se reconocieron. Seducida por su fealdad cómica, procedí a explorar los peores instintos posibles; di la bienvenida a los monstruos jóvenes y los alimenté. Pero el maquillaje que había usado parecía indeleble. Me froté tan fuerte para tratar de eliminarlo que acabé quitándome la piel. Y mi alma, como un rostro desollado, desnudo, ya no tenía forma humana.
(…)
Cierro los ojos para salir de la orgía … me acurruco en una bola, renuncio a mis límites, me doblo hacia un centro imaginario… me afeitan la cabeza, me sacan los dientes y me cortan el pecho – todo lo que moleste o ralentice mi mirada – mi estómago, mis ovarios, el cerebro consciente y enquistado. Cuando me quede una sola carta en la mano, sólo el corazón palpitante para apuntar hacia a la perfección, seguramente habré ganado.
‘AN AMERICAN GIRL IN ITALY’, de Ruth Orkin (1951)
No es fácil fotografiar el acoso, sobre todo cuando es sutil se produce en ámbitos o lugares privados, pero tampoco lo es cuando es público y aparentemente evidente. La fotógrafa norteamericana Ruth Orkin (1921-1985) lo consiguió en 1951, cuando fotografió a su amiga Ninalee Craig mientras paseaba por Florencia. El resultado fue esta imagen llamada “Una chica americana en Italia”.
La imagen, tan perfecta que hay quien afirma que está escenificada, muestra a Craig paseando por una acera mientras varios hombres la observan sin disimulo e, incluso, alguno de ellos parece estar diciéndole algo o haciéndole algún gesto mientras tiene una de sus manos muy cerca de sus genitales. La cara de Craig, la forma en la que se aferra a su fular con una de sus manos, transmiten tensión y miedo.
Sin embargo, y sorprendentemente, tanto Orkin como su amiga negaron siempre que se tratara de una situación de acoso:
Yo estaba entusiasmada, disfrutando del mejor momento de mi vida. Me sentía como Beatriz paseando por Florencia y sentía que Dante podía aparecer en cualquier momento y descubrirme (…) Esa foto no simboliza el acoso, simboliza a una mujer disfrutando de una experiencia maravillosa (…) Los hombres que ven la foto me preguntan si sentía miedo, si necesitaba protección y si estaba agobiada, siempre muestran esa preocupación tan típica en ellos… Te hacen sentir apreciada, y la expresión de mi cara es la de estar por encima de todo eso.
Orkin y Craig se habían conocido allí mismo, en Florencia. Craig estaba de viaje por Europa y Orkin se encontraba trabajando para la revista Life. Fue la fotógrafa la que le propuso a su nueva amiga ser su modelo y hacer varias fotos que mostraran cómo era ser mujer y viajar sola en los años 50. Las imágenes se incluyeron en un ensayo fotográfico publicado en la revista Cosmopolitan en el año 1952 titulado “Cuando viajas sola…”, y en el que se daban consejos sobre “dinero, hombres y normas para viajar de forma despreocupada y segura y cuando lo haces sola”. En él se decían cosas como que “la admiración pública no debería ponerte nerviosa. Mirar a las mujeres es unpasatiempo popular, inofensivo y halagador del que serás objeto en muchos países extranjeros. En esos lugares, los caballeros son más ruidosos y más expresivos que en Estados Unidos, pero no hacen daño a nadie”.
Una “interpretación” curiosa pero muy habitual del acoso, sobre todo en aquella época, aunque tampoco conviene olvidar que situaciones como esa siguen ocurriendo, y muchas veces justificándose, hoy en día, más de medio siglo después.
La foto de Ruth Orkin se convirtió, muy en contra de los deseos de su autora y de su protagonista, en uno de los símbolos de denuncia del acoso indiscriminado a las mujeres. Y también, por qué no decirlo, de su aceptación. Compositivamente funciona muy bien y de manera muy sencilla, con su protagonista en el centro del encuadre, la direccionalidad marcada por el propio dibujo de la acera y su bordillo, y la propia presencia de los hombres a lo largo de ella, prácticamente todos mirando a Craig y reforzando nuestra atención en ella. Su rostro y el gesto de su mano agarrando el fular, actúan de catalizadores y nos hacen volver a recorrer todo el marco reinterpretando la escena y reforzando esa sensación de tensión y acoso. Deliberado o no, real o impostado, es lo que transmite esa imagen.
Muy pocos de aquellos hombres tenían un trabajo. Italia estaba recuperándose de una guerra, estaba devastada… y te aseguro que ninguno de ellos tenía la intención de acosarme.
‘LA TARDE, CAMPILLO DE ARENAS’, de Cristina García Rodero (1978)
Resulta imposible mirar esta foto de Cristina García Rodero (1949) y no quedarse observándola durante un buen rato, maravillados ante lo que cuenta y cómo lo cuenta. Pocas veces la desigualdad entre hombres y mujeres ha sido tan bien retratada, de forma tan directa, tan cruda y tan contundente.
La imagen formó parte de la exposición La España oculta, que también tuvo su versión en libro. Las fotografías de García Rodero eran fruto de los numerosos viajes que hizo la fotógrafa por los pueblos de la península y dieron lugar a un trabajo de un gran valor antropológico.
Esta fotografía, titulada sencillamente como “La tarde, Campillo de Arenas” fue tomada en Jaén, y además de por su contenido, llama la atención porque recoge algunas de las grandes características del estilo de Cristina García Rodero. En ella hay tres elementos centrales: una anciana tras una ventana enrejada, un hombre sentado en la acera, frente a la puerta abierta de la vivienda, y la propia puerta, que enmarca la figura del anciano, en contraposición a la de la mujer, enmarcada por la propia ventana.
Ambos conjuntos, el de la mujer en la ventana y el del hombre frente a la puerta, funcionan por oposición: la mujer, vestida de negro, está en el interior de la casa, de pie, agarrando los barrotes con sus manos y mirando directamente a cámara. A sus espaldas se ve una especie de cortina o tela con bordados, casi parecen las alas de un ángel. Mirarla es ver a un ave encerrada en una jaula. El hombre, en cambio, está en la acera, vestido con tonos más claros, sentado en una silla colocada en el exterior de la casa, y parece guardar la puerta de entrada a la vivienda, que permanece abierta. Guarda sus posesiones; la casa y, por supuesto, la mujer. La pared blanca y desnuda que separa la ventana de la puerta y, por tanto, a ambas figuras protagonistas, ocupa el centro de la imagen, reforzando los extremos y creando una mayor tensión.
La diagonal ascendente dibujada por el bordillo de la propia acera, refuerza ese diálogo entre los elementos principales de la fotografía.
Se trata de una imagen que, sin embargo, transmite un cierto aire de serenidad y quietud, de tiempo detenido. A ello contribuye la cuidada luz con la que está tomada, muy suave, tenue. Eso no resta rotundidad al mensaje. Es imposible no percibir el peso de la tradición, de la costumbre, de destino sellado que emana de todo el conjunto. La suya es, aunque suene extraño, una serenidad opresiva.
Cristina García Rodero, la primera persona de nacionalidad española en entrar en Magnum, no ha sido ajena a la discriminación por ser mujer y también, como ella misma cuenta, por su físico. Con la foto tomada en aquel pequeño pueblo jienense no pretendía denunciar nada, sino mostrar una realidad muy presente en la España de la época (y no solo en la rural). La fuerza de la imagen trascendió a la intención de su autora, una mujer que a finales de los 70, fecha en el que fue tomada la foto, se movía también en un mundo de hombres.
No es que haya fotógrafos machistas. El problema es que la fotografía es machista.A las mujeres se nos ha dejado siempre de un lado en la fotografía. Siempre es el hombre el que ha tenido voz y mando y en la mujer se ha confiado poco. Siempre se ha pensado que esto, para nosotras, era trabajo de un periodo de tiempo que dejaríamos antes o después porque nos vendrían “otras cosas”. Eso lo he oído yo muchas veces. No hay futuro para confiar en ellas. No se ha creído en nosotras, esa es la realidad.
“BEHIND CLOSED DOORS”, de Donna Ferrato (1982)
La violencia de género era una “cuestión privada” que debía solucionarse “de puertas hacia adentro” hasta que una fotógrafa llamada Donna Ferrato (1949) la captó en toda su crudeza y la puso sobre la mesa. Las fotos, sin embargo, tardaron años en ver la luz porque nadie quería publicarlas. Los trapos sucios, y estos lo eran, se lavaban en casa.
En 1980, la edición japonesa de la revista Playboy encargó a Ferrato un reportaje sobre matrimonios neoyorquinos de clase alta que practicaban el intercambio de parejas. Localizó a un hombre y una mujer que acababan de instalarse en la ciudad junto a su hijo pequeño y que frecuentaban un club de intercambio. Ferrato trabó amistad con ellos e incluso se quedó a dormir en su casa algunas noches. Fue en una de esas ocasiones cuando, alertada por las voces y los gritos, presenció como el marido agredía a la mujer en uno de los baños de la casa. Cuenta Ferrato que su primera reacción fue coger la cámara y fotografiar lo que estaba pasando. Después, trató de poner fin a la disputa y se marchó de la casa.
De este episodio nació una serie de fotos, “Tras las puertas cerradas”, la más conocida es la que incluyo en este post.
Afectada por lo que acababa de ver y fotografiar, Donna Ferrato guardó el carrete en un cajón durante cuatro meses. Cuando asimiló lo que había sucedido, y a pesar de ser muy consciente de que la violencia doméstica no tenía espacio en los medios de modo que simplemente “no existía” porque no se hablaba de ella, acudió con las fotos a John Loengard, editor de la revista Life. Su respuesta fue la esperada: “Nadie te publicará estas fotos”.
Esa negativa hizo que Ferrato se replanteara su estrategia. Si nadie le publicaba las fotos, lo haría ella misma. Decidió seguir trabajando el tema y publicar un libro con el material que consiguiera. Lo hizo, bajo el título “Viviendo con el enemigo” y su éxito hizo que años después la revista Life incluyera la foto de la agresión en el baño en la lista de imágenes más influyentes del momento. La fe y perseverancia de Ferrato y el trabajo de visibilización de lo que se demostró que era una auténtica lacra, hicieron que en 1994 el Congreso de Estados Unidos aprobara la Ley de Violencia contra la Mujer.
La imagen de Ferrato funciona por su contundencia, más que por su composición. La fotógrafa estadounidense no tuvo tiempo de pensar mientras la hacía. Ella misma aparece reflejada en el espejo del baño, que es el elemento que ocupa una mayor superficie de la imagen y que nos permite ver, en su reflejo, la cara del agresor mientras golpea a su mujer. La cara de la víctima permanece oculta por la misma mano que la está agrediendo. Años más tarde, Ferrato y la propia víctima contarían a los medios, en una entrevista, todo lo que allí sucedió y qué pasó con aquella familia después de la agresión. La imagen se completaba así con la historia de los protagonistas con nombres y apellidos.
El retrato de una mujer maltratada, su mirada, dice mucho más que páginas y páginas de informes médicos y policiales. Jamás entenderemos la violencia contra las mujeres si no conectamos a gente real con historias reales. Por eso no me dedico a la fotografía artística, porque para mí no hay nada más poderoso que una historia real.
‘FERVOR’, de Shirin Neshat (2000)
Shirin Neshat (1957) es una artista visual iraní que trabaja desde el exilio. A su condición de mujer se une la de proceder de un país islámico y la de ser artista, condiciones que suelen ser objeto de más de un prejuicio.
Neshat vivió en el Irán de antes de la Revolución Islámica hasta los 17 años, cuando se marchó a Estados Unidos a estudiar. Dejó atrás una sociedad secularizada y democrática, en plena efervescencia cultural. Volvió 12 años después, tras la Revolución Islámica de 1979, y se encontró con un país totalmente transformado que no tenía nada que ver con el que ella dejó atrás. La cultura persa había sido barrida y sustituida por la cultura islamista; fue una transformación profunda y general que afectó de lleno al papel de la mujer en la sociedad.
Estudiando a la mujer, se puede ver cuál es la estructura y la ideología de un Estado.
“Fervor”, el trabajo al que pertenece la fotografía, es un video que se exhibe a doble pantalla y que cuenta una historia que tiene lugar en Irán. Está filmado en Marruecos en el año 2000. Los protagonistas son dos, un hombre y una mujer, cuyas historias transcurren cada una en una pantalla. Ambos se dirigen a pie a una reunión donde un mullah (un doctor en ley islámica) predica sobre la castidad una multitud separada por sexos. Las mujeres, de negro, se colocan a la derecha, los hombres, de blanco (la mayoría), a la izquierda. Una tela negra y gruesa separa a ambos grupos. Los dos personajes protagonistas rompen la homogeneidad de ambos grupos. Lo hace más claramente ella, la única levantada y a la que vemos el rostro, que destaca por su blancura sobre el negro de su atuendo, mientras camina en dirección opuesta a la mirada de sus congéneres. El hombre, por su parte, es el único entre los suyos que tiene la cabeza vuelta hacia un lado y observa directamente a la mujer. A medida que avanza la proyección se ve que hay atracción entre ellos, pero ambos reprimen sus sentimientos y guardan siempre las apariencias. Se contienen obligados por la presión del espacio público y el peso del riguroso orden impuesto sobre una base religiosa y cultural. Su amor no llega a cristalizar y la historia no acaba sin ser resuelta.
Este trabajo de Neshat revela algunos de los intereses que guían a su autora, especialmente atraída por la tensión que crean conceptos como la tentación, la sexualidad y el deseo en las sociedades del Medio Oriente. En “Fervor” hace referencia al fervor grupal y religioso, pero también al sentimiento de atracción reprimido entre un hombre y una mujer. Esta historia sirve a Neshat de vehículo para hablar de la tensión que se crea entre los propios individuos y el orden social establecido.
Este proyecto está directamente conectado con otro llamado “Rapture”, una instalación audiovisual de 1999 en la que Neshat proyectó en dos paredes contrapuestas, dos narrativas paralelas: en una, se mostraba a los hombres habitando un entorno arquitectónico moderno, en la otra, un grupo de mujeres cantaba, rezaba y cruzaba un desierto hasta llegar al mar. El mensaje era claro: lo masculino se liga a lo moderno y racional; lo femenino, a la naturaleza, lo salvaje y lo irracional.
Lo que denuncia Neshat, cuyo trabajo aborda siempre cuestiones sociales, políticas y psicológicas que afectan directamente a las mujeres que viven en sociedades islámicas contemporáneas. Pero su denuncia tiene una doble vertiente; no solo va dirigida a la parte más opresiva del islamismo, también da un toque de atención a Occidente y su forma reduccionista y estereotipada de presentar y considerar a la mujer musulmana.
Una parte de mí siempre se ha resistido a la imagen cliché occidental de las mujeres musulmanas, presentándolas como nada más que víctimas silenciosas. Mi arte, sin negar la “represión”, es un testimonio del poder femenino tácito y la continua protesta en la cultura islámica.
Para ella, occidente tampoco es un modelo a seguir en muchos aspectos, sino que es un lugar en el que la propia cultura está en peligro abocada a ser un mero entretenimiento cuando la cultura, en esencia, “es una forma de resistencia” y el arte “un arma”. Convertirlos en mero entretenimiento es la forma más eficaz de anestesiarlos.
En la Revolución Islámica, las imágenes que se difundían mostraban a mujeres sometidas y sin voz propia. Pero ahora, en los últimos años, vemos una nueva forma de feminismo en las calles de Teherán, mujeres con estudios, progresistas, contrarias al tradicionalismo, que viven la sexualidad de forma abierta, que son valientes e inequívocamente feministas. Estas mujeres y hombres jóvenes, han logrado unir a los iraníes de todo el mundo, dentro y fuera del país. Y yo descubrí por qué estas mujeres me resultan tan inspiradoras, y es porque ante cualquier circunstancia han logrado desafiar los límites, se han enfrentado a la autoridad, han roto las reglas con pequeños y grandes gestos. Y, una vez más, se han reafirmado a sí mismas. Y yo estoy aquí para declarar que las mujeres iraníes han encontrado una nueva voz, y que esa voz me ha ayudado a mí a encontrar la mía. Por eso es un gran honor ser una mujer iraní, una artista iraní, aunque por ahora me vea obligada a trabajar solo en Occidente.
LA CÁMARA COMO ARMA Y LA FOTOGRAFÍA COMO RESISTENCIA
A través de estas seis fotografías, acabamos de hacer un viaje por algunos de los males a los que las mujeres hemos tenido que hacer frente en el siglo XX: la falta de independencia económica, la discriminación por nuestra identidad sexual, por nuestro género, la violencia doméstica, el acoso y la discriminación social, cultural y religiosa.
Fotografías como estas que hemos visto podrían seguir tomándose, y de hecho se siguen tomando, en pleno siglo XXI. Fueron hechas en momentos históricos y contextos concretos, muy distintos, pero las discriminaciones y abusos que denunciaron en su día siguen vigentes. Así, mirarlas nos sirve para ser conscientes del reto que supone reivindicar nuestro lugar en espacio privado (recordad las fotos de Cristina García Rodero y de Donna Ferrato), en el público (las fotos de Ruth Orkin y Shirin Neshat) y en el profesional (Johnston), sin olvidar nunca la necesidad de reconquistar y explorar nuestro cuerpo y nuestro propio yo, liberándolo de ataduras externas o autoimpuestas (Claude Cahun).
Francis B. Johnston, Claude Cahun, Ruth Orkin, Cristina García Rodero, Donna Ferrato y Shirin Neshat inmortalizaron para siempre situaciones que nos siguen afectando mujeres de diferente condición, clase social, procedencia y contexto social. De alguna forma, y parafraseando a Neshat, han hecho de su cámara un arma y de la fotografía un valioso vehículo de resistencia a la opresión de todo tipo.
Estamos ante un libro póstumo. Es el fruto de la primera exposición autocomisariada por el propio autor poco antes de su muerte. Estamos ante el legado que quiso dejar Peter Lindbergh, el fotógrafo que descubrió a las supermodelos de los años 90 y que podemos recordar en un libro editado por Taschen.
Peter Lindbergh murió en septiembre de 2019. En Xataka Foto hablamos sobre lo que ha significado su figura en la historia de la fotografía y la moda. Puede que no haya sido tan famoso como Richard Avedon o Helmut Newton pero su estilo es reconocible por muchos de los que amamos el trabajo bien hecho.
‘Untold stories’, las historias no contadas de Lindbergh, es un repaso personal de su trabajo a lo largo de 4 décadas. Es una vida en 150 fotografías principalmente en blanco y negro. No son fotografías inéditas sino que se perdieron en la publicaciones mensuales de revistas como ‘Vogue’, ‘Harper´s Bazaar’, ‘Interview’ o ‘Rolling Stones’.
Los libros de fotografía perduran más que las exposiciones y este libro es un testamento perfecto de la obra de Peter Lindbergh.
‘Untold stories’, el libro póstumo de Peter Lindbergh
Es un libro grande, de tamaño XL. Dentro de la editorial Taschen quiere decir que la altura de los libros supera los 34 cm. En este caso estamos ante un ejemplar que mide 27 x 36 cm, pesa 1,90 kg y tiene 320 páginas. Desde luego necesitamos espacio en nuestra librería para poder disfrutarlo.
Además de las fotografías a sangre, a doble página o con un marco blanco, encontramos diversos textos que nos permiten acercarnos y entender la obra de un autor que ha marcado una forma de mirar lejos de los artificios que nos tenían acostumbrados en el mundo de la moda.
Dentro de los textos encontramos una elegía de su amigo Wim Wenders y una entrevista que le hizo Felix Krämer, comisario de numerosas exposiciones. En las letras del insigne director de cine encontramos el lado humano de Lindbergh. Y en la entrevista descubrimos la forma de pensar del artista…Volume 90%
Emociona leer la pequeña carta de Wenders cantando las virtudes, los dones de su amigo. Son tres hojas llenas de nostalgia. Luego tenemos la entrevista donde podemos descubrir el estilo del maestro, con ideas como esta:
Todos tenemos creatividad, pero la mayoría de la gente no puede acceder a ella porque está escondida en algún lugar de sus entrañas. Después de todo, todos podemos ver, oír o sentir. Pero no todos lo pueden traducir. Cuanto más libre te vuelves, más amplitud de miras tienes. Quizás todo consiste en trabajar tu libertad, sentirte libre, porque así puedes llegar más lejos que si te sientes atrapado. Hay una frase zen del maestro Suzuki que significa mucho para mi: «expresarse tal y como uno es, sin ningún tipo de ajuste intencionado y extravagante, es lo más importante»
Predominan las fotografías -impresas con la calidad que caracteriza a los libros de la editorial-. Destaca el blanco y negro sobre el color. Y dentro de esta selección personal (algo que da mucho valor al libro) solo encontramos tres hombres: Antonio Banderas, Richard Gere y Robert Pattison. El resto son las imágenes de las supermodelos y de algunas de las mejores actrices del momento.
Cuando vi mis fotos en la pared por primera vez en formato expositivo, me entró un poco me miedo, pero en el buen sentido. Fue muy abrumador enfrentarme de ese modo a mí mismo.
La exposición itinerante está estructurada en tres partes, algo que en el libro no se ha podido respetar de forma clara. En la primera parte vemos cómo entendía el mundo de la fotografía de moda. En la segunda vemos su diario vital, sus disparos favoritos a Nicole Kidman, Uma Thurman, Jessica Chastain, Helen Mirren o Milla Jovovich… La exposición terminaba con una proyección que aleja al autor del mundo de la moda.
Es una película en la que durante 30 minutos Elmer Carroll, un preso en el corredor de la muerte, mira a la cámara del fotógrafo para hacernos reflexionar sobre la libertad, la introspección y la empatía.
En definitiva estamos ante un libro que nos servirá para entender el trabajo de uno de los autores más importantes de finales de siglo. El mundo de la fotografía de moda, de las supermodelos de los 90, no sería igual sin el trabajo de Peter Lindbergh. Él nos enseñó a mirar el lado humano de la moda, o al menos nos hizo creer que existía.
Si os habéis planteado que este 2021 vais a dedicaros a la astrofotografía o, al menos, hacer vuestros pinitos en esta fascinante disciplina, además de echar un vistazo al calendario con los principales eventos astronómicos de 2021 no deberíais perderos este otro con los mejores días del año para realizar una de esas tomas que tienen mucho de magia: fotografiar la Vía Láctea.
Se trata de un calendario de la Vía Láctea para 2021 que ha sido elaborado por los chicos de Capture The Atlas (blog norteamericano de fotografía y viajes del que ya os hemos hablado en otras ocasiones) como guía para ayudar a planificar las fotografías de nuestra galaxia.
Y es que, sin duda, la planificación es clave en tomas como ésta, ya que la galaxia es visible sólo durante un cierto período de tiempo, según el mes, el día, la hora y la latitud en la que nos encontremos. Por eso, han elaborado una serie de calendarios (20 en total) con los mejores días para fotografiar la Vía Láctea según nuestra ubicación.
Por ejemplo abajo tenéis el calendario para nuestro país (en concreto Madrid y localizaciones alrededor de 40º latitud norte) donde se pueden ver los mejores días para fotografiar la Vía Láctea (color rosa), los días en los que será visible por un corto período de tiempo (azul claro) y los días en que no será visible (azul oscuro). Eso sí, hay que saber que generalmente se puede ver y fotografiar la Vía Láctea desde dos días antes hasta dos días después de los «mejores días».
Como decíamos, hay hasta 20 calendarios para distintas zonas del planeta. Todos ellos se basan en la latitud, por lo que si no hay uno específico para vuestra ubicación (en el caso de España hay para Madrid, latitud 40º norte, y Tenerife, latitud 28º norte), se puede usar un calendario de una región distinta siempre que se encuentre en una latitud similar y cambiando sólo los datos de la hora según la diferencia horaria.
Por otro lado, el calendario indica las horas de puesta y salida del sol y la luna, la fase lunar y la ubicación de la Vía Láctea en el cielo respecto a nosotros; datos importantes si nos proponemos llevar a cabo una de estas fotos. En concreto, el primer dato alude al porcentaje de brillo de la luna, importante ya que por encima del 30% su brillo impide ver la Vía Láctea. Lo siguiente son las horas en que atardece y amanece y determinan las horas totales de oscuridad que habrá.
El siguiente dato muestra las horas en las que la Vía Láctea empieza a verse y cuando se acaba y el tiempo total en que es visible en el cielo. Finalmente, las dos últimas columnas aluden a la visibilidad del centro galáctico; la penúltima es la más importante ya que muestra cuándo este es visible y la última muestra su ángulo respecto a nosotros.
Esto permite planificar nuestra composición ya que, según la posición del centro galáctico, la Vía Láctea aparecerá horizontalmente o como un arco en el cielo (hasta 60º), o bien se moverá de una posición diagonal a una vertical (si está entre 60 y 90º). Cuando hay un valor que va de positivo a negativo (por ejemplo vertical 75/ vertical -75), significa que la Vía Láctea se mueve desde 75º hasta una posición completamente vertical (90º), y luego desciende.
Con este calendario y nuestros consejos sobre cómo fotografiarla seguro que ya no tienes excusa para conseguir unas fotografías alucinantes de la Vía Láctea.
Realizada en colaboración con La Fábrica, que organizó la muestra que durante parte de este año ha podido verse en el Jardín Botánico de Madrid, la exposición de Chema Madoz “La naturaleza de las cosas” recala ahora en las salas del Patio Herreriano con matices que amplían su significado y su ya de por sí extraordinario potencial evocador. A las fotografías que conforman lo que muchos consideran uno de los conjuntos de obra más singulares de Madoz se suman en Valladolid las obras de Joan Brossa, Ángel Ferrant y Perejaume, todas ellas pertenecientes a la Colección Arte Contemporáneo, con sede en el Museo, que se sitúan en diferentes ámbitos con respecto a la obra del fotógrafo madrileño, ya sea en su conocida relación con el lenguaje o en su característica especulación en torno a la forma. El título “La naturaleza de las cosas” es revelador, pues alude al modo en que Madoz desplaza su interés desde el objeto -que en modo alguno abandona, como se verá en la totalidad de las fotografías- hacia las formas de la naturaleza. A ellas se suma, en uno de los diálogos de mayor altura de la exposición, la dimensión entrópica y la regeneración de los objetos de Ángel Ferrant, cuyos “Objetos hallados” y fotografías documentales de su célebre exposición de 1932 en Barcelona son algunas de las obras más relevantes de nuestros fondos. Como ocurriera el pasado año en relación con Antonio Ballester Moreno, los objetos de Ferrant acuden ahora a otro encuentro, esta vez con Chema Madoz, con quien apela a múltiples y quién sabe si imprevistas contingencias semánticas.
Aunque 2020 fuera un año para olvidar por culpa de la pandemia, para los aficionados a la astrofotografía no estuvo nada mal porque pudimos disfrutar de varios fenómenos astrológicos de primera magnitud, como el cometa Neowise, la estrella de Belén o un eclipse solar total. Pues bien, ya estés pensando empezar en esta disciplina o llevar tus habilidades a un nivel superior, te interesará saber que 2021 tampoco irá mal surtido.
Todo buen fotógrafo astronómico sabe que planificar con tiempo y estar en el lugar adecuado en el momento justo son las claves para lograr grandes fotos; por eso, nada mejor que contar con un calendario de eventos astronómicos de 2021 para poder disfrutar plenamente de una disciplina que está bastante de moda.
6 y 7: Pico de la lluvia de meteoros [Eta Acuáridas](Las Eta Acuáridas son una lluvia de meteoros asociadas con el cometa Halley.) (asociadas al Cometa Halley)
11: Luna nueva
26: Luna llena (superluna) y eclipse total de luna visible en el oeste de Norteamércia, Asia oriental, Japón y Australia.
27: Perihelio (punto más cercano de la órbita de un cuerpo celeste alrededor del Sol) del cometa 7P/Pons-Winnecke
Junio
10: Luna nueva, eclipse solar anular visible en Canadá, el este de Rusia y el oeste de Groenlandia y eclipse parcial visible en el noreste de Estados Unidos, Europa y Rusia
Como habéis visto el año empieza tranquilo pero se va «calentando» a medida que acaba el verano y hasta un diciembre lleno de lluvias de estrellas. Y gracias a este calendario ya no tendrás excusa para perderte ninguna de estas posibilidades de conseguir buenas fotos astronómicas si ya eres aficionado. Y si no lo eres, echa un vistazo a este artículo práctico para iniciarte y disfruta de las posibilidades de la astrofotografía.
Regalar un libro es algo muy personal. Tienes que conocer a la persona que lo va a recibir para saber que lo va a valorar. No es lo mismo regalar a uno que adora la tecnología que a otra que le gusta rendir homenaje a los clásicos. Por este motivo vamos a hablar de libros de fotografía para alegrar a todos los fotógrafos cuando abran los regalos.
Un libro de fotografía te puede ayudar a descubrir a un autor, te lleva a otros mundos que quieras fotografiar o simplemente te puede indicar el camino que no quieres seguir. Regalar un libro requiere una gran responsabilidad. No debería ser tan sencillo como ir a una tienda virtual y buscar los más vendidos porque algunas veces el resultado puede ser como regalar el Premio Planeta.
Entre los más vendidos por supuesto que hay maravillas como los últimos libros de Tino Soriano pero es fácil encontrar aquellos que demuestran que has ido a la mesa de superventas porque ibas con prisas o sin ganas…
Es verdad que es complicado saber los gustos de la nueva pareja de tu sobrino o que no puedes descubrir si tu prima tiene el último que han sacado de técnica. Pero lo bueno de los regalos no es el precio ni nada parecido: es descubrir que importas a la persona que te lo da.
Por este motivo vamos a ver en esta ocasión todo tipo de libros. Desde los grandes clásicos (en todos los sentidos) hasta los que acaban de salir. Y tú solo tendrás que saber si es adecuado o no para quien lo va a recibir.
Y siempre puedes consultar los que ya hemos destacado en Xataka Foto a lo largo de este año que termina. Algunos son una maravilla como ‘Ucrónicos’ de María Antonia García de la Vega o el libro sobre el color de Jesús M. García.
Los libros con los que siempre se acierta
Creo que los mejores libros de fotografía que se pueden regalar son los de autor. Te invitan a mirar de otra forma. Las retrospectivas de las exposiciones son siempre bien recibidas. Desde los grandes clásicos como el catálogo de Lee Friedlander de la última exposición que hemos visto en las salas de exposiciones o el de Bill Brandt (que me encantaría tener).
Si estos solemnes catálogos te parecen muy caros siempre encontraremos, en las buenas librerías, esas pequeñas maravillas de Photobolsillo. Por muy poco precio damos la obra completa de autores consagrados. Podemos encontrar autores nacionales y extranjeros… Uno de Isabel Muñoz o de Henri Cartier Bresson siempre es un acierto.Photobolsillo
Si tienes que regalar a un estudiante de fotografía o a uno que sabes que siempre está de taller en taller, algo que no falla nunca es el mejor libro de Tino Soriano ‘Ayúdame a mirar’. Por supuesto no podemos olvidarnos del último que ha presentado: ‘CurArte. 40 años fotografiando la Sanidad Española’, del que hablaremos la próxima semana.
Los libros perfectos para regalar
Muchas veces un regalo tiene que entrar por los ojos. Un libro grande siempre llamará la atención y tendrá un lugar especial en la biblioteca del afortunado. Y también pueden ser perfectos para regalar aquellos que encontremos fácilmente en las estanterías de las librerías sin acudir a las mesas de últimas novedades.
En este apartado entran muchos de los libros de la editorial Taschen. Libros grandes y llamativos para ver una y otra vez. Ahí tenemos el volumen dedicado a ‘Peter Beard’, un fotógrafo que murió este año y vivió entre Nueva York y Kenia. Sus fotografías de animales son parte de su universo personal.Peter Lindbergh. Untold Stories
O si quieres un libro excesivo y barroco de un fotógrafo como Mario Testino, no puedes dejar pasar ‘Ciao. Omaggio All’Italia’, donde desgrana su mirada por las tierras italianas con su característico estilo.
Tampoco podemos olvidar a un autor mucho más sosegado pero que dio forma a las supermodelos de los años 90. ‘Peter Lindbergh. Untold Stories’ es uno de los mejores libros de este autor inolvidable. Es la retrospectiva de sus mejores fotografías comisariada por él mismo poco antes de morir. Ahí está todo lo que a él le gustaba.
Libros de fotografía para amantes de la cultura fotográfica
Aquí entramos en un terreno complicado. Regalar un libro a alguien que tiene ya muchos. ¿Qué le regalas a uno que ya tiene la casa llena? Hay que buscar curiosidades, ir a librerías de viejo o perderse por páginas y páginas de internet hasta encontrar esa joya indiscutible. O dejarte aconsejar por tu librero de confianza.
Este año he tenido la suerte de ver y leer ‘Retratos de infancia’ del premio Nobel de Literatura J.M. Coetzee. No son grandes fotografías (no es Juan Rulfo) pero impresiona conocer otra forma de narrar del autor de ‘Tierras de poniente’ o ‘Desgracia’. Sus fotografías nos acercan a su vida y obra.
Otra maravilla, de la que hablaremos largo y tendido en Xataka Foto, es ‘Wattebled o el rastro de las cosas’ de Paco Gómez. Creo que es un canto a la fotografía, una muestra más de la fuerza de la imagen y del poder de sugestión que puede llegar a tener. La fotografía tiene la capacidad de contar más cosas de las que pensamos.
Es perfecto para regalar a todos los fotógrafos porque nos sentimos identificados página tras página. Es la historia de los Wattebled pero es una declaración de amor a la imagen. En todos los sentidos. Lo que le convierte en un regalo perfecto para los locos que andamos siempre con una cámara.
Por supuesto que podemos recomendar muchos más libros (qué ganas de poder ver por fin ‘Alma Tierra’ de José Manuel Navia) pero todos los que hemos visto aquí son candidatos perfectos a ser envueltos en papel de regalo por Papa Noel o los Reyes Magos para hacernos olvidar, por un instante, que hemos vivido en 2020. Y demostrar otra vez de nuevo que los libros nos pueden llevar a otros mundos.
Se acaba por fin este funesto 2020 y es el momento de echar un vistazo a las fotos que han protagonizado el año. Y para elegir las más destacadas, una vez más hemos pensado que, mejor que nosotros, los más adecuados para esta tarea son los jueces que se han encargado durante estos 366 días (porque fue año bisiesto) de decidir a los ganadores de los concursos de fotografía más importantes del año.
Obligados por las circunstancias, gran parte de los concursos del año tuvieron que celebrar sus entregas de premios de forma telemática y algunos de ellos crearon una categoría especial para fotos sobre la pandemia, pero no dejaron de celebrarse (no pasó lo mismo con los festivales) y regalarnos las que bien podrían ser las fotos del año que ahora vamos a repasar.
Y para ello nos remontamos a principios de año, concretamente al 27 de enero de 2020, cuando os contamos que una española, Katy Gómez Catalina, se había hecho con el título de ‘Travel Photographer of the Year‘ en el concurso Travel Photographer of the Year (TPOTY) 2019 gracias a un portfolio de ocho imágenes en blanco y negro de temática variada.Foto de Katy Gómez Catalina/ Ganadora del premio ‘Travel Photographer of the Year 2019’ (TPOTY)
Ya en febrero conocimos los ganadores del concurso The International Landscape Photographer of the Year 2019, uno de los certámenes de fotografía de paisaje más interesantes del panorama internacional que nos regaló bellas imágenes, como las cuatro de formato vertical que dieron al ruso Oleg Ershov el honor de ser el ganador absoluto del concurso.Foto de Oleg Ershov, ganador The International Landscape Photographer of the Year 2019
El once de febrero fue el momento de conocer quiénes eran los finalistas de los Sony World Photography Awards 2020, entre los que había tres españoles, y ya el día 17 de ese mismo mes os enseñamos las fotos vencedoras en el Mobile Photo Awards 2019, seguramente el concurso de fotografía móvil más importante de la actualidad.Foto de Daniel Heilig, ganador absoluto del certamen Mobile Photo Awards 2019
Finalizando este prolífico mes de febrero (en el que el coronavirus aún no había llegado a todo el mundo) conocimos las fotografías que aspiraban a ganar el World Press Photo 2020, el concurso de fotoperiodismo más prestigioso del mundo (que este año no estuvo exento de polémica) y en el que tuvimos a tres españoles como finalistas en algunas de las categorías a concurso: Antonio Pizarro Rodriguez, Ramon Espinosa y Ricardo García Vilanova (a quien pudimos entrevistar a primeros de abril).Foto de Ricardo García Vilanova, finalista en ‘General News Singles’ del World Press Photo 2020.
Y todavía febrero dio para más porque el día 27 se hicieron públicas las fotos vencedoras en el Underwater Photographer of the Year, posiblemente el concurso de fotografía subacuática más prestigioso del mundo y en donde venció el francés Greg Lecoeur con una imagen de un grupo de focas cangrejeras nadando alrededor de un iceberg en la Antártida.Foto de Greg Lecoeur/ Underwater Photographer of the Year y British Underwater Photographer of the Year 2020
Ya a primeros de marzo empezaron a desvelarse los premiados en los Sony World Photography Awards 2020, junto al World Press Photo quizá el concurso más importante del mundo a nivel mundial, en este caso con los ganadores nacionales; así, en nuestro país el premio recayó en José Luis Ruiz Jimenez.Foto de Jose Luis Ruiz Jimenez, Winner National Awards 2020 Sony World Photography Awards
El día 24 de marzo, ya inmersos en la pesadilla que hemos vivido este año, os mostramos las mejores fotos de dron según el SkyPixel 5th Anniversary Aerial Photo & Video Contest de DJI, que ganó el chino Tony Wang con una imagen que muestra un amanecer sobre los montes volcánicos de un parque nacional de Java, en Indonesia.Foto de Tony Wang, ganador absoluto del ‘SkyPixel 5th Anniversary Aerial Photo Contest’
El primero de abril os mostramos cuáles fueron los mejores retratos según el concurso LensCulture Portrait Awards 2020, uno de los numerosos concursos de fotografía de la plataforma Lens Culture, y en donde venció el holandés Ernst Coppejans y tuvimos a tres españoles premiados en distintas categorías: Santiago González-Barros, Gloria Oyarzábal y Monica Ochoa.Foto de de Ernst Coppejans, ganador LensCulture Portrait Awards 2020 Categoría Series
El día quince de abril se anunciaron los ganadores de los Sony World Photography Awards 2020 en categoría Open, y el día después se hicieron públicos los resultados definitivos del World Press Photo 2020, y con ellos las que normalmente son las fotos más impactantes del año. En este caso, el ganador fue el japonés Yasuyoshi Chiba con la imagen que habéis visto en portada, donde un joven protesta contra el gobierno de Sudán iluminado por teléfonos móviles. Foto que queda para la historia como “The World Press Photo of the Year” (motivo por el que la hemos elegido para portada).Yasuyoshi Chiba, ganadora del ‘The World Press Photo of the Year 2020’
Saltamos a mayo, concretamente al día cinco, cuando se dieron a conocer los vencedores de los Premios Pulitzer de periodismo, entre ellos los dos dedicados a la fotografía; uno de ellos, denominado ‘Breaking News Photography’ sobre fotografía editorial, recayó en el equipo de fotógrafos de la agencia Reuters en el que trabaja la española Susana Vera.
Llegamos a junio donde se conocieron los ganadores definitivos del concurso Sony World Photography Awards 2020, con el anuncio del fotógrafo del año, el uruguayo Pablo Albarenga, así como los ganadores de los concursos Open, Youth, Student y las categorías del concurso Professional, entre los que premiaron a los españoles Cesar Dezfuli y Ángel López Soto.Foto de Pablo Albarenga, Photographer of the Year, Professional, Creative, 2020 Sony World Photography Awards
Ya entrado en el mes de julio se hicieron públicos los resultados del iPhone Photography Awards 2020, concurso dedicado al famoso móvil de Apple, y en el que la británica Dimpy Bhalotia se hizo con el título de «fotógrafa del año» y cuatro españoles figuraron en la lista de premiados: Fernando Merlo, Renata Dangelo, Kris Arzadum y Dominic Dähncke.Foto de Dimpy Bhalotia, «Fotógrafa del año» según los iPhone Photography Awards 2020
Ya en agosto, en concreto el día seis, os contamos que el español Santiago Martínez De Septiénfue premiado en el concurso Vienna International Photo Awards 2020 en categoría ‘Student‘ gracias a un curioso retrato del confinamiento en España. Claro que Santiago no fue el único español galardonado ya que Ariadna Arnés y Antonio Fernández también lo lograron.Foto de Santiago Martínez De Septién, medalla de oro en categoría Student de los premios Vienna International Photo Awards 2020
Llegamos al mes de septiembre cuando, en un día bastante icónico (11-S), os mostramos las fotos ganadoras del Insight Investment Astronomy Photographer of the Year 2020, con el francés Nicolas Lefaudeux como ganador absoluto y el español Juan Carlos Muñoz Mateos sólo por detrás de él en la categoría ‘Galaxies‘.Foto de Nicolas Lefaudeux, Ganador absoluto “Astronomy Photographer of the Year 2020”
Finalizando septiembre fue el momento de volver la vista al cielo abajao para deleitarnos con las mejores fotos realizadas con drones en 2020 según el concurso Drone Photo Awards, donde el australiano Jim Picôt logró el título de “Fotógrafo de drones del año” por una imagen cenital de un banco de salmones en Australia que forma un corazón al tiempo que rodea a un tiburón.Foto de Jim Picôt, Fotógrafo de drones de 2020 según el Drone Photo Awards 2020
Llegó octubre en el que conocimos las fotografías ganadoras del MontPhoto 2020, uno de los concursos de foto de naturaleza salvaje más tradicionales de nuestro país, y muy poco después se hizo público el fallo del Wildlife Photographer of the Year 2020, seguramente el premio internacional más destacado de esta disciplina, que ganó el ruso Sergey Gorshkov con una toma única de una tigresa siberiana abrazando un árbol.Foto de Sergey Gorshkov, ganador absoluto del Wildlife Photographer of the Year 2020
Muy poco después se falló el Premio de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña 2020 que fue a parar al fotoperiodista Santi Palacios por un proyecto sobre las residencias de ancianos en Cataluña durante el estado de alarma que se declaró a causa de la pandemia de la COVID-19.Foto de Santi Palacios. Ganador del Premio Internacional de Fotografía Humanitaria Luis Valtueña 2020
Y llegamos por fin a diciembre donde sólo hemos tenido noticias del fallo de un concurso, el del premio Nature Photographer of the Year 2020 que fue a parar al italiano Roberto Marchegiani por una foto de una jirafa en lo que parece un parque jurásico y que, a la postre, queda como la última foto de concurso premiada este año.
Claro que estamos seguros de que, en cuanto empiece 2021, pronto veremos más resultados de concursos que recopilarán lo sucedido este funesto año. Por eso, si te sorprende no haber visto en este listado muchas fotos relacionadas con la pandemia que hayan ganado un concurso, seguro que veremos muchas en los certámenes que vayan haciendo públicos sus fallos a lo largo del año entrante.
Y con esto hemos acabado nuestro repaso por los principales concursos de fotografía del 2020, lo cual nos sirve (como ya adelantamos), para tener una selección de las que, posiblemente, sean las mejores imágenes del año. 365 días para no olvidar que esperamos den paso a un 2021 menos trágico y, sobre todo, muy interesante en el campo de la fotografía. ¡Feliz año para todos!
Foto de portada | ‘Straight Voice’ de Yasuyoshi Chiba, ganador del premio “The World Press Photo of the Year 2020”
La Asociación Fotográfica Vallisoletana quiere, llegadas estas fechas, hacerte partícipe de sus mejores deseos para los días de celebración y el nuevo año 2021.
Filmin es una de las grandes plataformas de cine para los amantes del séptimo arte. Aquí no verás los últimos éxitos de Hollywood, sino las grandes películas de todos los tiempos y los estrenos de las salas de versión original y de arte y ensayo. Y con motivo de la exposición del World Press Photo han preparado una colección de películas y documentales sobre fotografía que todos deberíamos ver.
Soy fotógrafo y me encanta el cine. Creo que gracias al séptimo arte los fotógrafos podemos hacer mejor nuestro trabajo. Es una fuente de inspiración perfecta para aprender a encuadrar de la mano de los maestros y para ver la luz de la mejor forma posible. Y la colección Grandes fotógrafos es una oportunidad única para los días de peli y manta que se acercan.
Hay muchas plataformas de cine. Cada uno puede elegir la que más se aproxime a sus gustos. Filmin es para los más cinéfilos. Aquí hay muchas joyas escondidas ajenas a las modas. Como por ejemplo una colección dedicada a las películas que recomienda Scorsese del cine americano o muchas de las películas de Tarkovsky, por poner solo unos pocos ejemplos.Una de las películas de la colección
Vamos a centrarnos en la colección Grandes fotógrafos donde podemos encontrar muchos documentales esenciales y alguna película sobre la que nunca había oído hablar.
Las 23 películas de Grandes fotógrafos, la nueva colección de Filmin
El subtítulo de la colección es ‘La fotografía como motor de vida’. Algo en lo que estamos de acuerdo sin lugar a dudas. Con motivo de la exposición del World Press Photo en el CCCB de Barcelona y la proyección de la visita guiada a la exposición, Filmin ha aprovechado para reunir bajo una colección hasta 23 películas relacionadas con la fotografía.
Algunas son pequeñas joyas que llevan tiempo entre nosotros. Y otros documentales que se están proyectando en todos los festivales ahora mismo, como ‘Helmut Newton: Perversión y belleza’ o ‘Shooting the Mafia’ que cuenta la cruda realidad de la mafia desde el punto de vista de la fotógrafa Letizia Battaglia.
Personalmente veré sin lugar a dudas el nuevo documental sobre Helmut Newton y la ‘Caras y lugares’, el documental que cuenta la visión cinematográfica de Agnés Varda y la mirada fotográfica de JR Jean René durante un viaje por los pueblos de Francia. Ojalá tuviera el tiempo para ver todos, desde luego.
Y si no estás suscrito a Filmin no hay problema, porque en esta plataforma puedes alquilar por 72 horas la película que quieras, igual que los más viejos del lugar cuando íbamos a ese lugar idolatrado por Tarantino llamado videoclub.